El vengador fantasma, Bafici y Cho
Cho: La película que más me gusto de todo el BAFICI provino de Corea del Sur y es A dirty Carnival, una de gangsters que es otra buena muestra de cómo en ese país pueden hacer un cine de genero, un cine popular, muy superior al que nos llega comunmente desde Estados Unidos todos los Jueves, ya que para dar un ejemplo, es tranquilamente mucho mejor que Los infiltrados, la que los norteamericanos proclaman como la mejor película sobre mafiosos hecha en los últimos tiempos. Y distinción aparte: ya llegará el momento de comentar The Host, otra de genero surcoreana que fácilmente es una de las mejores películas del año (y por que no hasta de la década), y tiene fecha de estreno para dentro de muy poquito. Ahora: ¿qué va a pasar después de que un estudiante surcoreano se halla mandado uno de los mejores negocios criminales de este milenio (aunque en proporción victima-sacrificio nadie va a superar por mucho tiempo a los talibanes y sus utensilios)? Hay algo de lo que podemos estar seguros, la xenofobia y la intolerancia en Estados Unidos va a seguir aumentando. No es muy difícil imaginar situaciones del tipo: hombre de ojos rasgados entra a supermercado y es seguido por hombres con walkie-talkies, o: estudiante chino es investigado solo por ser introvertido y escuchar Marilyn Manson. Pero quieren algo curioso, se puede leer por ahí un artículo que anda dando vueltas sobre un boludo que señala que en el video que Cho Seung-Hui mando a la NBC como testamento -minutos antes de acribillar a treinta personas- se hace referencia a Oldboy de Park Chan-wook, solo por que en un momento el mismo Cho agita un martillo. La ecuación es fácil: los asiáticos son peligrosos y su cine violento y nocivo para la sociedad. No se si vieron alguna imagen del video (arriba tienen una fotito), pero tiene mas en común con Taxi Driver –por supuesto, filme norteamericano- que con cualquier otra cosa. Y hagamos memoria: la idea de que un tipo un día se iba a levantar y sin razón aparente iba a cagar a corchazos a medio mundo ya estaba presente en Happiness de Todd Solondz, como también en El club de la pelea, otros dos filmes norteamericanos incluso hasta anteriores a la masacre de Columbine. Y a todo esto, por si no saben, hace poco en Corea se limito la cuota de pantalla para el cine local, osea, los norteamericanos lograron que su cine tuviera una mejor exhibición ante las producciones surcoreanas que los superan en taquilla y les cagan el negocio. En síntesis, si la bestial producción cinematográfica de Corea del Sur se vera perjudicada por todo esto -tanto como nuestra posibilidad de disfrutar sus películas- no lo se, pero esto huele mal. Y ya saben, viviremos en un país de mierda y que la inflación, Sobitsch y la puta que los pario... pero nosotros fabricamos Barredas, los norteamerianos fabrican Chos.
A continuación: una película pedorra, una película antibafici, una película que es una garcha comparada con algunas coreaneadas, pero también: algo que estaba necesitando.
El vengador fantasma (Ghost Rider – EU – 2007 – Mark Steven Johnson)
Una de superhéroes hecha por la misma máquina de chorizos que viene explotando cuanto superhéroe virgen queda por ahí. Formula, repetición, y la misma medida de acción, romance, humor, FX y mediocridad a la que estamos acostumbrados, pero hay algo para rescatar. En los primeros mas o menos cuarenta minutos el personaje de Nicholas Cage tiene una onda barbara, esa onda que muchas veces tienen esos tipos que no les importa nada de nada; tiene rock and roll digamos. Su personaje pacta con el diablo y se convierte en un ser tan indestructible como simpático (tanto como esos otros del pacto diabólico que son los Rolling Stones) y por un rato hace que la película sea verdaderamente divertida. Lástima que después el técnico pide cambio y entran los efectos digitales y sale Nick Cage (o por lo menos queda relegado) y todo se va a la mierda con esos villanos que parecen sacados de un video de Nü Metal. Un buen dato: Peter Fonda hace el papel del Metistofeles que convierte en superheroe motorizado a Cage, que no si se acuerdan, es uno de los actores de Easy Riders, lo que lo convierte en un padrino de los motoqueros cinematográficos. En fin, para pasar el rato mientras se espera otra vuelta de Sam Raimi y su querido héroe arácnido y peronista. Calificación: 5
Alatriste
Alatriste (Francia / EU / España - 2006 - Agustín Diaz Yañez)
Para nuchos una decepción, para mi, una buena sorpresa. Lo cierto es que Alatriste no es lo que se esperaba, ¿y que se esperaba? (o por lo menos que esperaba yo) Una película en la que los españoles nos agitaran la billetera en la cara (¿vieron que ahora hasta le garpan una producción a Woody Allen?), es decir: una exhibición de magnitud industrial y de capacidad para emular el cine norteamericano (algo que se le puede señalar más a El laberinto del fauno, en todo caso). Pero no, en Alatriste no abundan las escenas de batallas multitudinarias, ni las reconstrucciones ostentosas, ni mucho menos los efectos digitales; sino que es una película que se toma muy en serio a sus personajes y su historia. Hay una imagen que me quedo impregnada en el cerebro, y es la del Capitan Diego Alatriste en el frente de batalla manteniendo siempre encendida una llamita, sea para poder prender su fusil como para poder detonar una bomba. Y la película cuenta de una manera bastante romántica e intimista eso mismo, los esfuerzos de un soldado o mercenario (que para el caso es lo mismo) para mantenerse encendido, aferrado a la vida, aunque para él esta no tenga mucho sentido. Alatriste es un personaje que conoce sus limitaciones, conciente de su habilidad para el combate como también de su incapacidad para el amor, que sabe que se arrastra hacia un destino funesto, en un mundo habitado por traidores e inescrupulosos. Y el gran mérito esta en la carnadura que le da uno de los mejores actores del momento: Viggo Mortensen. Si, ni un Sean Penn ni un Edward Norton, siempre interesados en personificar a algún tipo con síndrome de dawn o con aparecer llorando frente a la cámara. Viggo es un actor sutil, de trazo fino, capaz de encontrarle el tono justo a una escena con un mínimo movimiento de ojos hacia un costado o una tenue mueca de mentón. Un actor que realmente es capaz de hacer algo por la película (o por el equipo, para ponerlo en términos más cotidianos) que por su propia carrera. Y sobre todo, un actor creíble, que contagia de verdad los sentimientos de soledad, de pesadumbre y de tristeza que habitan en su Alatriste. Pero creo que la película también tiene otros méritos, como la cuidada reconstrucción de época, que no esta jugada hacia el diseño de escenografías imponentes, sino más hacia la inclusión de detalles en escena y la aparición de apellidos como Velazquez o Quevedo; como también la cadencia que encuentra el director para irradiar el sentimiento que emana del relato. Eso si, si quieren movimiento, si quieren grandes aventuras, véanse Apocalypto, por que acá: no las van a encontrar. Calificación: 7
Scoop
Ciudad en celo
Ciudad en celo (Argentina – 2006 - Hernan Gaffet)
Para muestra solo una escena: hay un momento en que los tres amigos portagonistas van a arrojar a un lago las cenizas de un cuarto amigo, recientemente suicidado. Al soltar las cenizas, el viento las devuelve hacia ellos ensuciándolos todos (¡sí!, el mismo chiste de El gran Lebowski, aunque acá no termina la cosa) y luego unos patos se comen las cenizas que cayeron al agua, para que uno –y acá si- la remate diciendo algo así como: “se están comiendo a Sebas” (¡cuac!). Pero he aqui el problema, todo esto que estoy contando esta filmado con un solo plano general, y los patos ya se ven desde antes, desde mucho antes de que las cenizas rocen el agua, por lo tanto no hay sorpresa, y si no hay sorpresa -como diría un profesor de guión que tuve en la facultad- no hay chiste (Aunque en la sala un grupo de pendejas subnormales trasnochadas de Gran Hermano, estallaron en risas). Y se puede afirmar con total seguridad que con un poco mas de pericia la cosa hubiese funcionado mejor, osea, con dos o tres planos más que se hubiesen utilizado para que la entrada de los plumíferos tuviera efecto en la escena, mas gente se hubiese reído en la sala. Todo esto que señalo no hace más que demostrar algo que se repite en toda la película: la falta de timing narrativo y el desconocimiento de los códigos de la comedia (algo que también se puede ver en las taquilleras de Juan Taraturo, aunque claro: ahí trabaja el narigón Peretti, y acá unos flacos a los que se les nota todo el tiempo impostado y falso el tono de sitcom). En Ciudad en Celo cada vez que tiene que venir un chiste más grande, cada vez que tiene que subir la apuesta humorística, meten a una de las protagonistas cantando a cámara un tanguito durante cinco minutos (y filmados de maneras feas y muy poco creativas) o a algún chabón hundido en la melancolía de un bar. Y encima todo es esteriotipado y rancio, como esa idea de que las minas porteñas son como las minas de las letras de los tangos (loco, los tiempos cambiaron, las minas cambiaron, y sino lean a Michel Houellebecq que tira unas cuantas postas). Tango y tango hasta por el orto, porque el INCAA paga y tiene que haber temas que reflejen nuestra puta identidad nacional (y no me malentiendan, gusto del tango y hasta voy a las milongas del Abasto los Miércoles, ¡pero déjense de joder!). De verdad me encanta que haya cine nacional de genero, que haya comedias románticas que se la banquen, pero hay que laburar más, o aunque sea derivar las principales tareas a otros que sepan, en vez de seguir con esa obsesión del “escrita y dirigida por...”. En fin, la intención es buena y hasta hay algunos momentos simpáticos, pero... Calificación: 4