Los dueños de la noche (We own the night – EU – 2007 – James Gray)
Al igual que la reciente Antes que el diablo sepa que estas muerto, Los dueños de la noche se trata de un policial que narra sucesos más bien convencionales dentro del género. En el caso de la de Lumet, un choreo a una joyeria que sale para el orto, en la de Gray, el enfrentamiento entre la ley y la siempre guachísima mafia rusa. Nada fuera de lo común. Pero lo que las hace fuertes tanto a una como a otra son la manera en que los lazos familiares se entremezclan en sus tramas. Padres, hijos, hermanos, todos se ven metidos en el quilombo; y es gracias a esto que cada uno de los lugares comunes que repiten se dotan de una dosis melodramática, de una intensidad que las hace distintivas. Redadas policiales, operaciones encubiertas, tiroteos; cada escena de Los dueños de la noche vale más por los gestos de cariño con que el personaje de Robert Duvall trata a sus dos hijos, o como estos dos mismos hermanos pelean por dejar de lado sus diferencias, que por cualquier otro cosa. Es que si uno revisa la filmografía de Gray –que se completa con Una cuestión de sangre y La Traición (la cual también cuenta con la dupla Mark Wahlberg / Joaquin Phoenix)- descubrirá que lo que más le interesa a este director son los lazos sanguíneos y como la idea de familia determina la identidad de sus personajes. Se puede ver algo reaccionario en la película. Puede ser. Pero creo que más que tener una mirada conservadora, tradicionalista sobre la familia, la película lo que hace es señalarla como un lastre, como un peso al que tarde o temprano es imposible de eludir. Es claro, el mundo cálido (reparen en las elecciones fotográficas), divertido, interesante, es el mundo de la noche, el mundo de la marginalidad, el mundo de la familia adoptiva. Para el personaje de Wahlberg tener que alejarse de esto es un bajón, es trágico. Y Gray acompaña lo que le pasa, como si también lo lamentara. Con cada alejamiento de este personaje su película pierde erotismo, nostalgia, onda. Abandona la sensualidad desbordante de Eva Mendez, las canciones de The Clash, Blondie y David Bowie que tan buen aire le dan. Pero, y por otro lado, al centrarse en la familia sanguínea y sus inevitables consecuencias, se vuelve realmente emocionante.
Al igual que la reciente Antes que el diablo sepa que estas muerto, Los dueños de la noche se trata de un policial que narra sucesos más bien convencionales dentro del género. En el caso de la de Lumet, un choreo a una joyeria que sale para el orto, en la de Gray, el enfrentamiento entre la ley y la siempre guachísima mafia rusa. Nada fuera de lo común. Pero lo que las hace fuertes tanto a una como a otra son la manera en que los lazos familiares se entremezclan en sus tramas. Padres, hijos, hermanos, todos se ven metidos en el quilombo; y es gracias a esto que cada uno de los lugares comunes que repiten se dotan de una dosis melodramática, de una intensidad que las hace distintivas. Redadas policiales, operaciones encubiertas, tiroteos; cada escena de Los dueños de la noche vale más por los gestos de cariño con que el personaje de Robert Duvall trata a sus dos hijos, o como estos dos mismos hermanos pelean por dejar de lado sus diferencias, que por cualquier otro cosa. Es que si uno revisa la filmografía de Gray –que se completa con Una cuestión de sangre y La Traición (la cual también cuenta con la dupla Mark Wahlberg / Joaquin Phoenix)- descubrirá que lo que más le interesa a este director son los lazos sanguíneos y como la idea de familia determina la identidad de sus personajes. Se puede ver algo reaccionario en la película. Puede ser. Pero creo que más que tener una mirada conservadora, tradicionalista sobre la familia, la película lo que hace es señalarla como un lastre, como un peso al que tarde o temprano es imposible de eludir. Es claro, el mundo cálido (reparen en las elecciones fotográficas), divertido, interesante, es el mundo de la noche, el mundo de la marginalidad, el mundo de la familia adoptiva. Para el personaje de Wahlberg tener que alejarse de esto es un bajón, es trágico. Y Gray acompaña lo que le pasa, como si también lo lamentara. Con cada alejamiento de este personaje su película pierde erotismo, nostalgia, onda. Abandona la sensualidad desbordante de Eva Mendez, las canciones de The Clash, Blondie y David Bowie que tan buen aire le dan. Pero, y por otro lado, al centrarse en la familia sanguínea y sus inevitables consecuencias, se vuelve realmente emocionante.
Resumiendo, se trata de un policial de corte clásico, con buenos y malos bien definidos, situaciones predecibles y fuertes componentes melodramáticos; que no por todas estas características deja de ser enormemente atrapante. Hay una persecución de coches bajo la lluvia que seguramente estará entre las mejores escenas del año. Calificación: 7
2 comments:
¡¡¡QUE PELICULÓN, PIBE!!! A MÍ ME ENCANTÓ.
M.
¿Para el personaje de Wahlberg? ¿No querrás decir para el personaje de Joaquín Phoenix?
Post a Comment