Fui a ver Leonera al Gaumont (A.K.A. Km 0), lugar que no visitaba desde hace muchísimo tiempo, y me sorprendió lo barata que sale la entrada: unos modicos 4$ que me obligan a volver en pronto. Un precio que me hizo sentir en deuda y tener la obligación de darle una propina al antipático acomodador que me corto la entrada a cambio de un programita chotísimo. Aunque claro, hay que decir que las salas podrían estar en mejores condiciones, por que el lugar es un poquito un bajón y no hay duda de que el cine argentino convocaría más si los sitios donde se proyectara conformaran un paseo agradable. Si es para combatir las manchas de humedad espantosas de las paredes o poner calefacción en las salas, creo que nadie se va a quejar si le suben uno o dos pesos la entrada, ya que seguiría siendo barato y mucho más saludable para todos. Por suerte, y para contrarrestar, la calidad de proyección fue bastante decente. Y lo más alegre de todo es que había una nutrida concurrencia, muy nutrida si se considera que era una función de las tres de la tarde de un día Miércoles. Hasta había, llamativamente, más gente que para ver Indiana Jones durante el día de su estreno en el Village. Lo que viene a demostrar que con buen cine y precios accesibles, el cine nacional convoca. Se puede.
Leonera (Argentina, Corea del Sur, Brasil – 2008 – Pablo Trapero)
Cuando Trapero aparece en la película de Trapero, es decir, cuando el director decide aparecer con un pequeño cameo en su propia película, lo hace vestido de jugador de fútbol. Lleva shorcito, medias y un bolso al hombro, y por lo poco que se lo puede ver (por que la escena transcurre arriba de un micro y es muy oscura, como varias partes del filme) esta sucio y parece volver de jugar un partido, de transpirar la camiseta (si no prestaron atención, es en la escena en que el personaje de Julia se encuentra con su amiga arriba del colectivo para que le de unos documentos truchos). Esta decisión no es azarosa, por que viene a definir a Trapero mismo como realizador de cine. Nos dice que se reconoce como un tipo que no ve el partido desde afuera, sino que le gusta salir a la cancha, a correr, ensuciarse y después volver a casa para continuar trabajando. Y así es como logra sus películas. La realización de Leonera tiene eso de salir a vivirla, de mover el cuerpo hacia los lugares donde nos va a ubicar como espectadores. Lo que la destaca es el enorme trabajo de campo que tiene, producto de eso mismo, de moverse, y que acá desemboca en un gran manejo del ambiente carcelario y el lenguaje marginal que allí se emplea. Es esto, tal como pasaba con El Bonaerense (más que con cualquier otra de su filmografía) lo que la hace brutalmente realista, inmediata, creíble. Es que Trapero habrá vestido smoking y caminado por la alfombra roja de Cannes, pero todavía no perdió el barrio, ni las ganas se salir a patearlo. Sea por sus casas, sus calles o sus cárceles.
Leonera ante todo es una película de denuncia social, concentrada en el sufrimiento y las miserias que deben vivir las madres presas y sus hijos en los penales de nuestro país: Olmos, Gorina, Ezeiza. Y así hay que entenderla. Creo que Trapero y Cía lo dejaron claro con cada aparición que tuvieron en televisión estas últimas semanas. Lo que cuenta la película ante todo es eso, lo mal que la pasan estas mujeres y sus hijos y lo mal que está que suceda esto. Por eso sus cuadros se encargan de pintar todo el tiempo la mugre, la sombra, la injusticia. Por eso la cámara se concentra gran parte del tiempo en el rostro triste y sufriente del personaje protagónico de Martina Gusmán. Mujer que hasta tal vez es inocente y a la que la separan de su hijo muy chiquito dado ha luz tras las rejas. Aunque en este personaje hay algo que parece calculado para que la actriz se destaque todo el tiempo. Se sabe, se trata de la esposa de Trapero y la productora de la película. Y hay que decir que hay escenas que son innecesarias, gratuitas o que se concentran en su cuerpo solo para resaltar lo valiente, lo comprometido y lo jugado de su labor. La mina esta muy bien (y en más de un sentido), es indiscutible, pero hay escenas que están ahí y parecen estar de más. Por ejemplo, esa donde ella aparece en bolas en una ducha con la panza de ocho meses y que no tiene ningún sentido, más que para potenciar su actuación. Es en estos momentos donde Trapero parece meter un pase de más, pero por suerte, no son tantos.
A diferencia de mucho del cine argentino, tal vez lo mejor es que se presenta una heroína. Sí, hay heroísmo en Leonera. Su protagonista se moviliza, se transforma, se juega, y por lo tanto se despega de los muchos personajes que habitan las películas del Nuevo Cine Argentino. Pero ojo, se trata de un heroísmo menguado, que nunca llega a explotar. Cuando veía la película me preguntaba cuanto podía haber ganado si la fuga de la madre y su hijo hacia Paraguay durara una mayor parte en el relato. Convirtiéndola en algo más visceral, más épico, más emocionante. Trapero opta por contar en la mayor parte del tiempo y con un estilo bastante contemplativo todas las miseria de la cárcel. Y hay momentos muy bien logrados en ese lugar, pero es una lástima que la cámara solo se ponga tras los hombros de su protagonista hacia el final del metraje. Que no se dedique más tiempo a la decisión arriesgada que asume la protagonista. La sensación que le queda a uno es que de esta manera, la película se hubiese potenciado más, incluso como denuncia. Pero es Trapero, y la sequedad de sus relatos son su marca de fábrica.
A todo esto estamos a diez años (o casi) de las películas fundacionales del Nuevo Cine Argentino, me refiero a Pizza Birra y Faso y Mundo Grua, y hoy la cosa parece estancarse cada vez más en una desalentadora mediocridad. Como consecuencia, y ante los gritos que claman renovación estética y temática, hace poco aparecieron, en el último BAFICI, Historias Extraordinarias y Los Paranoicos. Vamos a ver que pasa con ellas. Que respuesta tienen a su estreno. Pero, por otro lado, hay otras películas y otros directores que todavía apuestan a las bases de este cine y consiguen resultados muy valiosos, despegándose con creces de la mediocridad de un cine que cada vez estrena más y se ve menos. Tal es el caso de esta película y de Pablo Trapero. A la orden de todo aquello que definió al Nuevo Cine Argentino: naturalismo, actores que no son actores, compromiso con la realidad social, profesionalismo técnico y mucho criterio para la puesta en escena. Aquello en lo que tuvo dominio Trapero desde un principio. Así es que consigue, por ejemplo, travellings que son difíciles de ver en otras películas vernáculas (como en ese que le piden a Julia que calle el llanto de su bebe) o personajes inolvidables (como el de la gorda que muestra las tetas a los presos durante la escena del juzgado). Como también consigue poner su tema -el de las madres presas de la Argentina- en boca de todos. No será todavía, me da la sensación, toda la película que como público esperamos para nuestro cine, pero sí, una movilizadora y valiosa. Calificación: 8
1 comment:
Recomiendo un bodegón a la vuelta del cine. Lentejas a 7$
Y sí, el nuevo cine argentino viene con salas viejas y menúes al paso.
Por suerte!
No me imagino viendo esta pelicula en el Village.
Veremos qué onda.
Por lo pronto, tu comentario me alentó.
Abrazo
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