Vayan a conocer a unos pibes divinos, los integrantes de la Camorra.
Gomorra (Italia – 2008 - Matteo Garrone)
Gomorra es una de las películas sobre mafiosos más violentas que recuerde haber visto. Y no tanto por lo que muestra sino por como lo muestra. En ella no hay cabezas equinas decapitadas ni capos arrasando a multitudes de narcos previa ingesta de montaña de cocaína; hay mucho menos que eso, pero mostrado de una manera chocante, molestísima. Escenas como la de la masacre del solarium durante su comienzo o aquella en la que los sicarios Ciro y Marco prueban ametralladoras vestidos solo por calzoncillos Dolce & Gabanna, se hacen de una incomodidad intolerable. Y esto es porque Matteo Garrone decide filmar lejos de toda fascinación por la violencia y glamour, en cambio nos invita con su cámara a acompañar y mezclarnos entre los puntos de vista de sus personajes como si fuéramos uno más de ellos. Una suerte de cámara testigo que otorga mucho realismo, pero además, un enorme clima de inestabilidad y pesadez. Toda violencia y muerte en Gomorra golpea en la nuca, y cuando uno se da vuelta (es decir, cuando la cámara se da vuelta para recorrer lo que antes era fuera de campo) no hay más que gritos, confusión y sangre. Toda muerte en ella es sorpresa -no se puede ni pestañear- y cada vez que irrumpe nos deja con miedo, con asco y la cabeza dando vueltas.
Por otra parte, Gomorra se trata de una actualización del género de gangsters a estos tiempos modernos, hipercapitalistas y globalizados. Lo que cuenta –y bien muestra- es el funcionamiento, siempre desde adentro, de la mafia napolitana de la Camorra, y abarca todos sus estratos: desde el pibe de los mandados hasta el capo de negocios millonarios (bastante a la manera que Traffic de Soderbergh lo hace con la red de narcotráfico en EU); con una mirada sobre el crimen organizado ni épica ni romantizada, sino desmitificada. Acá no interesa el ascenso y la caída del jefe camorrista, sino la rutina, la burocracia y la ejecución cotidiana de la violencia en un sistema tan bien instaurado como aceitado. Sistema que parece proyectar una permanencia larga y que cubre desde la venta de falopa en las esquinas del barrio hasta la financiación de talleres de alta costura o el tráfico de deshechos tóxicos industriales en toneladas; y que por otro lado, es bien real y vigente. Por lo tanto, Garrone y su cámara nos las enseñan de la manera más inmediata, seca y tajante posible, casi escupiendo en nuestra cara. Una película insoportable, pero en el mejor sentido de la palabra. Calificación: 9
me convencio, pero al cine no creo
ReplyDeletesaludos
¿No te parece que empieza con todo y después entra en una meseta de la que no se levanta nunca más?
ReplyDeleteQue sigas bien.
M
PD: ¿Ya estás en BA?