Dirección: Joshua Safdie
País: USA
Año: 2008
Calificación: 8
El Cine Independiente, como concepto, ha sufrido en estos últimos años enormes malinterpretaciones y transgiversaciones: pasó de ser un grito de autonomía para convertirse en un género devorado y asimilado por los estudios de Hollywood, quienes no tardaron en producir mediante subsidiarias una buena de cantidad de trabajos bajo este mote (hasta se habló recientemente de películas de la talla de Slumdog Millonarie como “cine independiente”, vean ustedes). Pero ¿qué es hacer cine independiente? Según Jonathan Rossembaum “un realizador independiente es alguien que tiene el control final de su trabajo”; y de eso se trata, por más que halla nacido como concepto pensado para denominar a todas las películas hechas por fuera de los grandes estudios, de un cine hecho por gente que no pierde su libertad artística y creativa en manos de quienes ponen el dinero.
En este contexto es importante ver una película como The pleasure of being roobed, que de la mano de Beeswax, de Andrew Bujalski, también proyectada durante el Festival, sirven para aclarar ese concepto tan denostado de cine independiente. Indie auténtico, rodado en un 16 mm roñoso, con cámara en mano, escaso presupuesto y apenas un puñado de actores en locaciones a las que, se sospecha, han utilizado de forma clandestina. The pleasure... narra unos días en la vida de Eleonore, una pelirroja vestida de minifalda que roba cuanto puede al primer cristiano que se le cruza por su camino. Pero no se trata de una ladrona de profesión, si no de alguien que utiliza el robo como camino hacia una vida libre y desprejuiciada. Lo que hace Eleonore es vivir, vivir por los demás, aprovechando los bienes que sus dueños tienen y muchas veces no pueden valorar: en una de las mejores escenas se afana un auto con un amigo y viaja hasta el amanecer hacia rumbos inciertos e imposibles. Una manifestación de espíritu libre, fresco y carente de miedo, que es el mismo que caracteriza a toda la película.
Como es común en el indie, está toda transitada por personajes de estas características, excéntricos y adorables a la vez, quienes dan lugar tanto al gag como a la ternura, y que acá, además, se erigen como expresión de una juventud norteamericana desprovista de amor y repleta de incertidumbres. La inconciencia con que Eleonore comete cada robo hace que sea imposible no generar simpatía por ella, y a la vez consigue una tensión enorme, por que siempre parece que está a punto de ser atrapada, y con ella, detenido el relato. Por otro lado, el inmenso amor por la vida que tiene esta chica hace imposible que se la juzgue por sus actos, sino que uno quiere salir a robar con ella; o mejor dicho, a jugar con ella, por que de eso mismo se trata a fin de cuentas. Eleonore no solo roba carteras o coches sin saber conducir, sino que es capaz de plantarse a jugar ping pong contra profesionales sin tener idea de cómo agarrar una paleta (¿quién dijo que para jugar a un deporte hay que ser un jugador experimentado?) o pedirle a los policías que la atrapan hacia el final de la película de que le permitan dar un paseo por el zoológico esposada a ellos; lo que da lugar a una escena con un oso polar que hace imposible que uno no caiga rendido a sus pies.
Un cine ameno y placentero, como su título lo sugiere, que invita a eso, a disfrutar de las pequeñas cosas que nos rodean y robarle a la vida aunque sea unos pequeños momentos de felicidad. Godard decía que para hacer una buena película solo es necesario un auto, una mujer y un revolver; a Safdie solo le alcanza con un auto, una mujer y un oso de peluche gigante.
un 8... me encantan los 8.
ReplyDeletetenes muy buen blog, si queres pasate por el mio y deja tu opinion.
subi la critica de A cara que mereces, de Miguel Gomes, puto!
ReplyDeleteUn abrazo. Bruno
La amé! la vimos juntos, no?? La peli fue creciendo a medida de que pasaba el tiempo.... la escena del oso de peluche en el agua!!!
ReplyDeletebesos odiante, c
y pone un link la concha de tu madre
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