Planet Terror

¿Qué mejor ocasión para volver al ruedo?

Planet Terror (EU - 2007 - Robert Rodriguez)

Aunque muchos ya estén enterados, es necesario hacer unas aclaraciones importantes antes de comenzar. Lo que en la Argentina se estrena como Planet Terror, fue en un principio concebido como parte de un filme doble, es decir, un filme compuesto a su vez por dos largometrajes, titulado Grindhouse. El otro largo que lo completaba es Death Proof de Quentin Tarantino -que por ahora permanece inédito en nuestro país -, y ambos estaban unidos por cuatro trailers falsos dirigidos por Rob Zombie, Eli Roth, Edgar Wright y el mismo Robert Rodríguez. Grindhouse proponía recrear los programas de las salas de cine en continuado que décadas atrás supieron llevar ese mismo nombre en los Estados Unidos, dedicadas a proyectar comúnmente producciones clase B centradas en temáticas violentas y de explotación sexual. Pero el fracaso comercial en su país de origen al momento de su estreno fue tal que los hermanos Weinstein –productores ejecutivos de la dupla Tarantino-Rodriguez- decidieron distribuirla, tanto en el resto del mundo como en DVD, por separado y en versión extendida, ávidos por salvar algunos millones de sus cuentas bancarias. Una operación similar a la hecha con los dos volúmenes de Kill Bill. Por lo tanto lo que podemos ver en pantalla grande, es, lamentablemente, una parte mutilada de la experiencia Grindhouse. Algo que bien podía verse como un mero revival, pero también como el lugar de resistencia de un cierto modo de ver y vivir cine que está prácticamente extinto. Claro está, ya nadie tiene tiempo, ni dinero, ni ganas como para ver dos películas seguidas en una misma sala. Es más, ya nadie parece ni siquiera ir al cine por estos días.

Por suerte, la que nos llega -aunque con mucho retraso y muy a pesar de las ventajas publicitarias que proporcionaba el apellido Tarantino- es la mejor de las dos mitades de la torta, la de Robert Rodríguez. Si hubiera que buscar una imagen para definir su película se podría señalar que es una ametralladora. Una ametralladora rápida, furiosa y humeante como la que ostenta su protagonista en los afiches promocionales que se pueden ver por las calles. Una que no para ni por un minuto de disparar citas cinéfilas, como también acción, humor, vísceras y, lo más importante, ideas cinematográficas.

Con Planet Terror Rodríguez propone recrear a pura talento y velocidad aquellas películas de terror y zombies de bajo presupuesto de los setenta y ochenta, apoderándose del verosímil instaurado por estas mismas. Lo que le permite correr con una ventaja: todo lo que está mal en ella, está bien; porque remite a un tipo de cine donde lo “mal hecho” era una marca definitoria y distintiva. Por eso tal vez sea una de las películas más felices del director, por que todo lo que hacía ruido en sus trabajos anteriores y podía verse como un defecto (caso Erase una vez en México, por dar un ejemplo), como ser los diálogos risibles que pone en boca de sus personajes o esas escenas de acción delirantes que tanto suelen gustarle, terminan calzando perfectamente en esta ocasión. Aunque cabe destacar que como director, Rodríguez sabe hacer mal las cosas con un virtuosismo único. Así lo demuestra con la ridícula conversación que les hace intercambiar a Cherry y El Wray en la escena del bar, esa en que él le dice: “For me... you will ever be Palomita”, y que no tiene desperdicio. O la manera con que están armadas algunas escenas de efectos especiales, que permiten notar la truca barata de montaje tal como sucedía en ese cine de hace unas décadas. O hasta el momento con que decide hacer el número del “rollo perdido”, omitiendo información importantísima, pero haciendo ganar ritmo y vértigo a la trama. Lo único que parece fuera de lugar en todo este zafarrancho es el componente digital siempre presente en el cine del director, por que el cine al que le rinde tributo es el cine de lo analógico y lo artesanal. Uno en el cual oficios como los de maquetista o maquillador todavía no estaban reemplazados por nerds y programas de computadora.

Ahora si bien a todo esto hay una historia en Planet Terror, una en donde un grupo diverso de gente debe pelear por sobrevivir ante un holocausto zombie, Rodríguez sabe que el tipo de cine al que hace referencia no es uno que se halla caracterizado alguna vez por la densidad dramática de sus guiones o la profundidad psicológica de sus personajes. Sino, más bien, uno recordado por otros motivos, tal vez menores o anecdóticos; es decir: por alguna escenita aislada o por algún determinado tic de sus personajes. Películas que podían tener no mucho más que un par de modos interesantes de asesinar a sus victimas o algún choque de autos espectacular, y que con esto solo les alcanzaba para permanecer en la cabeza de los espectadores durante un buen tiempo. En este sentido, un caso ejemplar es el de toda la filmografia de Dario Argento, un tipo que siempre se dedicó a filmar la misma historia, pero diseñando una tras otra película asesinatos memorables. Tal es así, que Planet Terror no cuenta ni con una gran historia ni grandes personajes, pero se recuerda y se recordará como esa película en la que una mina lleva por pierna una ametralladora, o en la que a Tarantino se le derrite -literalmente- la pija, o en la que un tipo subido a una moto de juguete destroza a decenas de zombies a través de una carretera.

Pero tal vez lo que convierte en una muy buena película a Planet Terror (a diferencia de lo que ocurre con Death Proof), no es solo la calidad y la destreza con que Robert Rodríguez reproduce la superficie de este tipo de cine, sino a que nunca descuida parte constitutiva de su esencia: aquel tinte político con que muchas veces directores como George Romero o John Carpenter (a quién en un inicio Rodríguez convocó para que componga la música del filme y con quién comparte su interés por producir un cine de género en autonomía y libertad) supieron impregnarlo. Por eso en ella, este director texano no deja de hacer sus comentarios sobre la desconfianza que le genera la versión oficial sobre las Torres Gemelas y la Guerra contra el Terrorismo del gobierno de Bush, o el error que le parece el envió de tropas a Irak o Afganistán. Ni mucho menos, manifestarse sobre la podredumbre que siente emanar de las zanjas de su país. Un país capaz de atacar a sus propios soldados por no hacer lo debido durante la guerra, como a sus películas por no ser lo suficientemente eficientes en la taquilla. Calificación: 9