Imparable

Choripan

Unstoppable
Director: Tony Scott
País: E.E.U.U.
Año: 2010
Calificación: 7


Película de machos, de esas que no te convencen nunca a la mina en la cola de un cine. Todo exuda suciedad, aceite, virilidad. Los personajes son casi exclusivamente hombres. De mujeres, poco. Rosario Dawson nunca estuvo menos sexy (y eso que es difícil) asimilada a un universo masculino; a las hijas del personaje de Denzel Washigton, Tony Scott las filma rapidito, nada menos que en un local de Hooters, a ritmo clipero, para pasar a lo que más interesa: charlas de motores y hazañas decididas y varoniles. Mezcla de profesionalismo hawksiano y vértigo a la Máxima velocidad o El salario del miedo. Por suerte, sin el empalagamiento visual que producen algunas de las últimas del Scott menos prestigioso, como Domino u Hombre en llamas. Hay mucho corte, mucha cámara en movimiento, pero todo está en función de un relato que es puro vértigo, pura potencia y velocidad. Coherencia y consecuencia. Si la película gana y termina llevándose a uno puesto como ese tren imparable y descontrolado que es protagonista excluyente, es por que hay personajes que interesan, que convencen y vinculan en cada paso a nivel, en cada cambio de vía, con el peso de las responsabilidad sobre sus espaldas. Washington ya jugó la misma relación con un novato en Día de Entrenamiento, pero no por eso su papel deja de ser efectivo. Al momento del estreno de Deja Vu, en la revista El Amante se describió a esta como una buena milanesa napolitana con fritas. Imparable es el choripan o el bondipan que uno se come al paso y en poco tiempo para seguir trabajando en el taller o la fábrica. Tal vez no se trate del mejor alimento, pero que llena, llena.

Red Social

Rock is dead

The Social Network
Director: David Fincher
País: E.E.U.U.
Año: 2010
Calificación: 8

Tal vez sea por que estoy madurando, por que estoy a punto de cumplir 32 años. No lo sé. Lo cierto es que el rock tiene cada vez menos relevancia en mi vida. Ya no hay más bandas nuevas. Las hay, sí, y algunas hasta me gustan mucho, pero no de una manera que puedan transformarme. Ya no más de esas bandas que te rompen la cabeza. Insisto, tal vez sea solo la edad y que la sangre ya no corre de la misma manera por mis venas. Pero otra cosa también parece ser cierta: el rock ha perdido en los últimos años su capacidad transformadora, su capacidad revolucionaria. Ahora que está finalizada, podemos revisar la década pasada y señalar que los 00´ no han tenido su gran héroe: su John Lennon, su Sid Vicious, ni siquiera un Kurt Cobain. The Strokes y las bandas que los siguieron provocaron un quiebre sobre lo que se venía escuchando en los 90´, aunque veo difícil que alguien se tatue su nombre en la piel; y también hubo Coldplays, pero esas mejor dejarlas ahí. Hay más revolución en Calle 13 que en cualquier banda de rock que se haya formado últimamente. Paralelamente, el MSN, Facebook, Twitter o el Guitar Hero provocaron una transformación cultural, sobre todo en la juventud, muchísimo más grande que cualquier grupito cuyo nombre empieza con “The”.

Año 2010. En Red Social se nos presenta a Mark Zuckerberg, su figura central y creador de Facebook, como la nueva gran estrella de rock: logra ser millonario desde muy joven, encara su proyecto motivado por que lo deja su novia y quiere pertenecer con los ganadores (mismo resentimiento por el cual muchos arman una banda de rock y componen canciones) y hasta tiene groupies que le hacen un pete en el baño de un tugurio. Drogas y sexo, pero ya no rock and roll. Lo que la película de Fincher atinadamente nos dice es que estamos asistiendo a un gran cambio, y que tiene que ver con que justamente los cambios ya no los provoca el rock o la música, sino un sitio de internet o un programa para la computadora. Ya no Woodstock, ya no Sgt. Peppers; la revolución ahora se llama Facebook. No por nada la película clausura con un tema de The Beatles, por que un tipo como Zuckerberg tiene la importancia cultural para esta generación que la que John Lennon tuvo para otras. Y ni por asomo está equivocada.

Esta idea es reforzada con el personaje anárquico y encantador de Sean Parker (encarnado por Justin Timberlake). Él es la bisagra: su Napster provocó la defunción del disco y las discográficas, es tan revolucionario como cualquier artista de la música de los 60´ o 70´ y lleva una vida de excesos como un rockero de los 80´. Devuelta, algo cambió y está cambiando. Así es que Red Social se erige como una película terminal, apocalíptica, que nos señala un cambio de paradigma. Ahí está, en otra decisión atinadísima, Trent Reznor como uno de los responsables de la banda sonora. Reznor, que con su banda Nine Inch Nails siempre ha buscado sonidos apocalípticos y que desde hace poco ha decidido desplazarse desde ese rock que perdió la capacidad de otrora hacia otros territorios. Y también está ahí la escena de los remeros finalizando con un cielo negro, amenazador. Escena brutal que con su músculo se hace importantísima entre tanto cerebrito para que el espectador no se agobie y respire. Y que por otro lado nos dice que lloverá y un nuevo cielo se conformará pronto; no solo para la vida de esos remeros que siempre llegan tarde.

Ahora si el rock –y tal vez toda la música- está muerto como instrumento de transformación, ¿qué queda para el cine? Está claro, Napster destruyó en buena medida las potencialidades de la música (por lo menos en lo que respecta a la discográfica) y sus formas de consumo, pero también -y con el Emule, el Utorrent, el jdownloader, y un largo etc- va por el cine. Ya no vemos cine como veíamos antes. Todos miran “su” cine, cada vez más como experiencia privada y no colectiva. Y cada película pierde con el tiempo la capacidad de trascender entre un mercado cada vez más liberal y espectadores cada vez más dispersos. Red Social también respira un dejo de desconfianza sobre el futuro del cine y su poder. No por nada los colores apagados en su fotografía o esa escena en la que uno de los personajes hace referencia a una estrella de cine y luego prefiere dejarla ahí, sin adjudicarle demasiada importancia. Todo esto es la nueva película de este Fincher maduro y contenido (que se inició con Zodiaco y tuvo un mal paso con El curioso caso de Benjamín Button). Puro presente, relato de cómo el mundo se está transformando; para bien o para mal.

Vivir al limite

The hurt locker
País: Estados Unidos
Año: 2008

Dirección: Kathryn Bigelow
Calificación: 10

Veinticinco años atrás, un poco más o un poco menos, el cine bélico era Vietnam, y sus mejores películas -Apocalipsis Now, El francotirador, Pelotón- se encargaban de plasmar la reacción de la sociedad norteamericana frente a una guerra innecesaria, injusta y lejana. El espíritu de estas películas, y de los responsables en producirlas, era el de una generación desencantada, decepcionada por haber peleado por algo que no valía la pena.
Y tal como muchos de los soldados hoy en Irak o Afghanistan pueden ser hijos de aquellos veteranos, caídos o afectados por Vietnam, The Hurt Locker (mejor olvidemos el genérico e insulso título local) se presenta como hija putativa de toda esa generación de películas mencionadas. Aunque claro, el espíritu ya no es el mismo. Sus personajes ya no sufren la desilusión de antaño por el sueño americano, sino que sufren el vacío, tanto ideológico como espiritual, de un mundo vaciado de valores. Un mundo que presencia el Fin de la Historia, tal como anunciara Francis Fukuyama. Y esto es lo interesante planteado por la película de Kathryn Bigelow, que para los actores de la guerra actual, esos soldados que están alistados en esas tierras distantes e indómitas englobadas bajo el nombre Irak, la lucha ya no es por un ideal, sino por salir del tedio, la apatía y el vacío de una sociedad enfocada al llano horizonte del hedonismo y el consumo.

En un poco más de dos horas se dedica a narrar la seguidilla de misiones llevadas a cabo por un pelotón encargado de desactivar bombas; y, sobre todo, a un personaje central: el Sargento William James, alguien que solo parece estar enrolado en el ejercito para alimentar sus demandas de adrenalina. Todo a pura intensidad, con apenas unos minutos de calma para que el espectador se recupere y tome aire entre cada misión, y siempre con el desquiciado de James al frente. Nada mejor que una historia de este cariz y personajes con "el trabajo más peligroso del mundo" para una directora como Bigelow. Si algo ha caracterizado los trabajos de la ex-mujer de James Cameron, sobre todo a partir de Punto limite, es su concepción del cine como productor de emociones fuertes. Concentrándose siempre en algo: generar adrenalina. De ahí que su mano sea reconocible por un recurso formal que siempre se destaca, esa cámara subjetiva que le sirve para hacernos vivir la mirada desesperada de sus personajes. Recurso, por cierto, de la memorable persecución pedestre de Punto Limite, que luego llevaría al paroxismo en su siguiente película, Días Extraños. Y de ahí que siempre se dedique a personajes que viven al "limite". (La razón que explica que los personajes de sus películas sean casi siempre hombres es que son los hombres quienes tienen las ocupaciones más riesgosas).

En The hurt locker el enemigo es intangible, invisible, se confunde entre civiles y escombros y no tiene ningún ejercito apostado en ningún lugar. Las escenas en que Bigelow pone en escena enfrentamientos armados, el enemigo es apenas un puntito en la lejanía -como en el impresionante tiroteo del desierto- o está confundido en la oscuridad de la noche. Ya ni siquiera se trata de aldeanos pobres que cosechan arroz. Así es que la guerra se presenta más ridícula que nunca, con soldados que no saben contra quién disparan, ni mucho menos por qué razones. En esta guerra, parece decirnos, tampoco hay lugar para el heroísmo ni la épica. Con un gran uso de estrellas como Guy Pearce o Ralph Fiennes, lo deja bien claro: nadie en el campo de batalla de Irak tiene coronita. Ni nadie quiere Rambos. Eso ya quedo muy atrás -o debería- en la realidad y en el espíritu del mundo que mira esta guerra por CNN. Así es la manera en que Kathryn Bigelow describe el infierno en Oriente, con una película seca, árida en sus paisajes y alejada de todo romanticismo heroico. Por que como bien diría Sam Fuller a partir de uno de sus personajes en el final de Mas allá de la gloria (película de 1980 que no trata sobre la guerra de Vietnam pero está influida por esta): "Sobrevivir es la única gloria en la guerra".

Pasando revista, con la década de los 00´ ya terminada, se puede decir que no hemos tenido buenas películas bélicas. Seamos más precisos, no hemos tenido buenas películas sobre la guerra moderna y su impacto en el zeitgeist contemporáneo. Hemos tenido, sí, algo llamado Capitan de Mar y Guerra, pero resulta que transcurre en el Siglo XIX; o algo como Bastardos sin Gloria, pero no está concentrada en la acción del campo de batalla. También hubo adefesios, como La caída del halcón negro, pero esos mejor dejarlos ahí. Así es que The hurt locker se erige dentro de su tipo como lo mejor de esta década que se fue (aclaremos que es del 2008 y se estrenó en un montón de países durante el 2009), y no solo por su calidad, sino también por la manera en que capta una generación y una época. Lo hizo una mujer y una gran directora.

Halloween II

País: Estados Unidos
Año: 2009
Director: Rob Zombie
Calificación: 4

Con su primera Halloween Rob Zombie volvió a dotar al subgénero de las slasher movies de una oscuridad, una atmósfera y una brutalidad que este había perdido. Algo generoso, ya que en las últimas dos décadas estas películas solo se habían convertido en una excusa para poner en escena modos sádicos y espectaculares de asesinar gente (algo que es llevado al paroxismo, aunque no se trate de un producto muy dentro de las coordenadas del slasher, pero que sí es derivado de este, en la saga de El juego del miedo); y más últimamente, con al auge del 3-D, en otra excusa, pero esta vez para aprovechar esta tecnología y tirar hacia la cara del espectador asustadiso cualquier objeto filoso que se les ocurriese: hachas, cuchillos, picos (como es el caso de la remake de Sangriento San Valentín, estrenada durante el año pasado), etc. Intenciones que tienen que ver más con el asco, con el shock o con el susto, que con el verdadero terror. Por otro lado Zombie también hizo otra cosa en su versión del Halloween carpenteriano, trabajar la psicología del asesino enmascarado, en este caso Michael Myers, algo que nunca estuvo muy trabajado en este tipo de cine. Pero para decirles la verdad, eso resultó de lo menos interesante, porque la psicología que le aportó fue la del estereotipo del white trash americano, con padres alcohólicos, desastrosos y todo el paquetito. Nada nuevo. Y encima muy a trazo grueso.

Con la segunda parte algo de expectativa había, por dos razones, por que este nuevo zombie se tenía que dedicar menos a “iniciar” al personaje y más a lo que quisiese; y por que su otra segunda película –The Devil Rejects- es su mejor trabajo hasta el momento. Pero a pesar de tener unos minutos iniciales que auguran lo mejor (entre los cuales hay un choque entre una ambulancia y una vaca que hace saltar a uno de la butaca, más un asesinato en un hospital que es verdaderamente escalofriante) esta Halloween 2 cae luego en un lodazal. Hay nuevamente asesinatos bien filmados, es decir, con brutalidad, con sequedad, sin canchereos, tal como se hacía en la vieja escuela (me refiero al terror de los setenta y comienzos de los 80´), pero esto es casi lo único rescatable. Luego Zombie se entierra queriendo dotar la película de vueltas de tuerca, personajes que existen solo en la cabeza de los protagonistas, y lo peor, de secuencias videocliperas (algo que pertenece al terror moderno y berreta). Encima insiste en la profundidad psicológica de Myers, algo que de paso, nunca necesitó, y además lo hace muy torpemente (ver nomás esas escenas con el caballito blanco). En síntesis, la película solo funciona de a ratos, cuando se dedica al terror más puro, más primario, más banal, y pierde cuando toda esa confianza que tiene Zombie en ese tipo de terror se diluye apelando a los recursos antes enumerados, recursos pensados para sorprender a un espectador ávido de novedad y no de ser horrorizado, lo que hace de está película algo feo y a mitad de camino . Ya tendrá Rob Zombie (¿como se llamará en la vida real? ¿Roberto Gomez? ¿Roberto Sanchez?) oportunidad de redimirse con el mal. ¡Esperemos! Mientras, se recomienda The House of the Devil, de Ti West, exhibida en el último Festival de Mar del Plata. Esa si es de terror del viejo y del bueno.

Avatar (3-D)

País: Estados Unidos / Reino Unido
Año: 2009
Dirección: James Cameron
Calificación: 10

Hace unos años, cuando James Cameron anunció su por entonces inminente proyecto, señaló que nadie había usado hasta el momento la tecnología 3-D con fines artísticos, y que esos mismos fines serían los que perseguiría con Avatar. Avatar es cine 3-D, pero un cine 3-D muy distinto a ese que se viene haciendo en los recientes años, pensado como nueva atracción tecnológica para sacar al público de sus Home Theathers y apaliar las perdidas económicas que producen las bajadas ilegales de internet a las majors. Acá la intención no es montar una excusa para revolearle objetos a los ojos al espectador y que este -tal como los primitivos espectadores del cinematógrafo de los Lumiere hacia fines del siglo XIX- corra la cabeza hacia un costado, o se agache en su butaca. Avatar no se trata del nuevo entretenimiento de feria, sino de Cine, así, con mayúsculas, algo que no descuida nunca todo el potencial estético de este arte. Y si bien seguramente no es la primera película pensada para salas en 3-D a la que se le pueda señalar valores artísticos -hace no mucho tuvimos algo llamado Up- hay además algo en ella de fundacional, de bisagra.

Tal como Jake Sully, su protagonista, como espectadores de Avatar (siempre hablando de su versión 3-D) debemos aprender a ver de nuevo, a ponernos en la carne de un nuevo cuerpo, abrirnos a una nueva percepción. Es la mirada asombrada, perpleja frente a lo nuevo -un mundo nuevo, una tecnología nueva- pero también hacia otro orden: a la vez nos enfrenta con una civilización primitiva, la de los Na´vis, ligados a la naturaleza y a lo mítico. Cameron enfrenta así dos mundos: el moderno, el liberal, el tecnológico encarnado en la corporación y el ejercito que emprenden la colonización del planeta Pandora, contra el tradicional y el mítico de los Na´vis. Y en ese enfrentamiento tal vez esté simbolizada otra lucha, la del cine -como tradición y mito- contra un nuevo intento de Hollywood por reducirlo a mero espectáculo, a mero parque de diversiones; y también, cabe decirlo, la conquista por el cine de esta nueva tecnología que hasta el momento solo había sido usada con otros fines.

Tal vez no haya nada original en el cuentito de Avatar, su desarrollo remite a la Historia de la Conquista de América con colonizadores en busca de ricos recursos naturales a cambio de espejitos de colores, mientras la historia de amor entre Jake Sully y Neytiri no es otra que la de Pocahontas, ahora pintada de azul. Lo interesante es toda la carga simbólica y la multiplicidad de lecturas que Cameron le aporta. De alguna manera está cifrada en ella toda una critica a la cruzada militarista de la administración de Bush en los pueblos de Oriente: el personaje del Coronel Miles Quaritch hasta ladra una frase del mismo George W. "Combatiremos el terror con más terror". O también la gran batalla que probablemente deberá librar el hombre durante este nuevo siglo, la ecológica, y que tuvo hace poco un nuevo round en Copenhague. Algo que emparenta a Avatar con el cine de Hayao Miyazaki, sobre todo el de sus películas Nausicaa of the Valley of the wind y Princess Mononoke.

Aunque algo es innegable, y es la fascinación de James Cameron por la tecnología (se dice que decidió volver de su ostracismo cuando terminó de ver la Trilogía de El Señor de los Anillos y sintió que Peter Jackson lo había destronado del podio de los efectos especiales) y Avatar en este sentido es apabullante y de seguro marca un antes y un después, tal como lo hizo La Guerra de las Galaxias en el 77´. Pero lo que Cameron tiene claro es que ese desarrollo técnico no puede estar enemistado de lo otro. Lo que busca Jake Sully en la película -tanto como Cameron- es ligar pacíficamente, en armonía, esos dos mundos. Y si los comerciantes, los explotadores -sea de piedras preciosas o de salas de cine- osan pasarse de la raya, está claro de que lado peleará el hombre. Y Avatar es una película que hay que ver por su imaginería visual y la fascinación sensorial que produce, pero primero, y por sobre todo, por sus condiciones narrativas y simbólicas.

Angel Faretta (quién siempre se ha esforzado en resaltar las virtudes de James Cameron como autor de filmes) en su libro El Concepto del Cine, postula que el Cine se funda con D.W. Griffith y El Nacimiento de una Nación y no con los Lumiere o los Melies; y explica en su otro libro, Espíritu de Simetría: "El cine nace al elegir separarse de su justificación técnico-mecánica para contar historias...". Por lo tanto, no sería nada aventurado señalar que el cine 3-D se funda con James Cameron y con Avatar. Y está película se estrenó en Argentina nada menos que el primer día de una nueva década.

Un montón de sueños en Cine Club Mon amour

Este VIERNES 11 de Septiembre a las 19:30hs en Cine Club Mon Amour estaremos acompañando a Werner Herzog al corazón de la selva amazónica con...

UN MONTON DE SUEÑOS
(Burden of dreams - Les Blank, Estados Unidos, 1982)
El mismísimo Werner Herzog es protagonista y estrella de este inmenso documental sobre el rodaje de Fitzcarraldo, que funciona perfecto como complemento de las experiencias recogidas por su reciente libro La conquista de lo inútil. No está mal señalar que también se trata de cine de aventuras: este desquiciado realizador alemán se adentra en la jungla amazónica dispuesto a sacrificar todo, hasta su integridad física (o la de Klaus Kinski), con tal de cumplir un sueño. Y el documentalista Les Blank lo sigue con su cámara, ahí, pegado, hasta el fin del mundo.

El lugar...
CINECLUB MON AMOUR: toda una mini sala, con butacas de cine y calidad de imagen y sonido de primer nivel. Además, un lugar cálido e ideal para encontrarse con buena gente. En San Telmo. Para venir: avisar a juanrschmidt@hotmail.com o www.cineclubmonamour.com
El precio de la función es de 12$.

Lunacy en Cine Club Mon Amour Extreme

Este Viernes 4 de Septiembre a las 22:30hs estaré inaugurando el Ciclo Extremo en el Mon Amour con...

LUNACY Jan Svankmajer, República Checa, 2005
Último largometraje del gran animador checo Jan Svankmajer en el que se cruzan varias de sus principales obsesiones: Edgar Alan Poe, El Marques de Sade y ¡la carne! Acá, tratadas a través de la historia de un hombre sano que se hace internar en un manicomio en el que los verdaderos médicos yacen maniatados en el sótano y los locos mandan sobre la superficie. En medio de tanta demencia, Svankmajer se las arregla para dar vida cuadro por cuadro a lenguas, costillares, chinchulines y cuanta achura estaba de oferta en la carnicería de la esquina de su casa..

El lugar...
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