King Kong

Otro veranito con una de Peter Jackson en cartel. ¡Que bueno que se haga costumbre!
En EL ODIANTE… King Kong, por el nuevo Jackson rey del pop.

King Kong (EU / Nueva Zelanda – 2005 – Peter Jackson)

¡Si! King Kong es una película con un mono gigante, pero también todas estas ocho maravillas:
1) Una película sobre la historia del cine, y como este arte se impuso en los 30´ y llevo a la debacle a los espectáculos de variedad teatrales.
2) Una impresionante y precisa reconstrucción de época. Con una apertura músical que describe de una manera genial la vida de Broadway de aquella época.
3) La historia de un director de cine obsesionado con terminar una obra grandiosa. Mitad parodia Orson Wells (¡Sí, y Jack Black lo hace muy bien!), mitad alter ego de Jackson.
4) Una relectura de “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad. Otro viaje que lleva a un grupo de gente hacia un lugar inhóspito donde el hombre permanece en estado primario.
5) Un filme de aventuras que recupera la tradición clásica del género.
6) Una historia de amor con bizarre love triangle y zoofilia incluida.
7) Cine Catástrofe
8) Y también, claro, una remake de King Kong del 33´

¡Demasiado! Jackson se excedió un poquito. Juntó y juntóa lo bestia Todo en King Kong es de la magnitud del mono. Si el afiche lo muestra peleando con un Tiranosaurio, en la película se pelea contra tres. Todo se rompe, todo se muestra, Jackson no se privo de nada. Y a partir de este engolosinamiento se puede notar a un director todavía inmaduro que provoca el avasallamiento en su público. Despues de la segunda hora, al momento q capturan a Kong, uno ya no quiere más y sabe que faltan los biplanos volando sobre el Empire State. Una sobredosis de cine. Como con “El Señor de los anillos”, esta parece ser otra obra definitiva, con intención de abarcarlo todo y no dejar nada para los demás. Un montón de temas se tocan, pero ninguno con profundidad, ninguno de manera única. Pero la verdad es que poco importa, Kong es entretenimiento puro, el mejor cine de espectáculo, estupenda en cualquier rubro (¡Y basta de los boludos que critican la película solo por los efectos especiales!), con una narración implacable que no se pierde ni por un momento de ser efectiva en todas las líneas que plantea. Un viaje vertiginoso que exige sentarse y disfrutarse.

Pero para la obra maestra falta un poco. Y para alcanzarla, habría que pedirle a Jackson que se mesure un poco, que controle su hambre, o en otras palabras, que controle su terrible pasión por el cine. ¿Esta bien eso?

Una historia violenta

Despues de unas cuantas semanas de digestión en las cuales se debatieron el fanatismo por el director, las influencias de las positivísimas críticas que recibió la película en todos los medios y el verdadero sentimiento que me produjo al verla, aquí va…

Una historia violenta (A History of Violence – EU – 2005 –David Cronenberg)

Cronenberg es uno de los directores con filmografía más coherente en las últimas décadas y “Una historia violenta” no parece estar exenta de esa coherencia. Eso hace que cada uno que conozca la compleja obra del canadiense, dude ante cada escena de la película y se pregunte cuanto más nos quiere decir con cada una de sus imágenes. Un tópico siempre presente en este autor, es el peligro ante las transmisiones virosicas, algo que puede llevar a pensar que, entre otras cosas, la película nos habla de la violencia como virus. ¿Es cierto esto? Muchos han encontrado esta lectura en la película. Y es verdad, desde un principio la película parece tomar ese rumbo. En la primera escena, unos asesinos cometen un cruento crimen en un motel y se trasladan al pueblo del protagonista Tom Stall (Viggo Mortensen), amable dueño de una cafetería y padre de familia. Allí, intentan continuar con una cadena de robos y asesinatos, pero Tom Stall, los detiene con violencia, una violencia que luego continua en una escalada de enfrentamientos con la mafia. ¿Y qué es esto? ¿Violencia como virus o simplemente una progresión clásica de sucesos? Otro tópico: la percepción alterando cuerpo y ser humano. Tom Stall es victima de la violencia, la percibe, y esto trae como consecuencia una dicotomía en su personalidad: Tom Stall y Joey Cusack, asesino implacable de la mafia de Filadelfia, conviviendo en el mismo cuerpo. Pero esta película de Cronenberg no nos deja lugar a la duda, a la ambigüedad, a planteamientos sobre identidad. Tom Stall es Joey Cusack y solo debe matar a los malos para acabar con un conflicto que se presentaba como más profundo. Y mejor no buscar lecturas sobre genética o violencia en E.U. por que el debate puede ahondar y la cosa sigue sin cerrar.

“Una historia violenta” es una película de precisa puesta en escena y una gran dirección de actores. Con el manejo del lenguaje clásico (¡Como gusta a críticos el uso de códigos de western!) Cronenberg vuelve a demostrar que le pueden tirar cualquier pelota y el tipo se las va a arreglar para hacer un par de jueguitos. La violencia de la historia tiene un registro personal, cercano al comic y con primeros planos a lo “Irreversible”. Ed Harris consigue un insuperable personaje de matón que carga en el rostro pasado y presente de Stall/Cusack y los minutos de William Hurt son exquisitos. Aunque a esta altura… ¿A directores con décadas de experiencia y prestigio como Cronenberg, se les puede pedir menos que esto? Seguramente menos sería una decepción amplificada por el apellido. Ustedes deciden: si una gran película, o solo una buena película sobrevalorada por el corpus de obras previas del director. Yo ya me decidí, y la verdad es que me quedo con la riqueza del Cronenberg de “Videodromo”, “Crash” o “eXistenZ”, por nombrar solo algunas.


El muelle

Calle Lavalle. Cine Electric. 2 películas continuadas X 5$. Venta de milanesas en la entrada. Los pies se apoyan en el respaldo del asiento delantero -si hubiese una fuente dentro de la sala también nos lavamos las patas en ella-. Dos personajes tambaleantes ingresan con una botella de agua mineral llena de un líquido que nos es agua mineral. El cine se transforma en el conventillo del Rafa DiZeo. Mientras tanto, en la pantalla…

El Muelle (36 Quai des Orfebres – Francia – 2004 – Olivier Marchal)

“Fuego contra fuego” a la francesa. Duelo de titanes entre Daniel Auteuil como el bueno y Gerard Depardieu como el malo. Buena plata invertida, puesta en escena correcta, fotografía con predominancia de azules y grises, y un guión efectivo. Siempre con la atención puesta en los dos actores más convocantes del cine francés, el resto solo acompaña y cumple. Todo tan cuidado y solemne que aburre un poco bastante, sobretodo en las partes que el guionista mete la pata.

El cine de género francés nunca fue de lo más atractivo, y el que llega a estrenarse en las salas de nuestro país, menos todavía. Y esta película tiene la desventaja de ser del tipo comercial que busca imitar modelos y estrategias de marketing del cine norteamericano. ¡Sí! La remake gringa se estrena en el 2007.

Abandonada la sala, es más divertido el recuerdo del Electric con sus borrachos bebiendo y peleando, antes que el recuerdo de esta buena película.

Last Days

Después de un fin de semana muy agitado que empezó con Nine Inch Nails el Jueves pasado y termino con “Wild Boys” de Duran Duran el Sábado a las cuatro de la mañana, que mejor que dedicarse a una película sobre rock. En EL ODIANTE, la última de Gus Van Sant, inspirada en los últimos días de Kurt Cobain. ¡Ya se consigue en DVD!

Last Days (EU – 2005 – Gus Van Sant)

Sí la actitud contestaria fue una de las características que sirvió a Sid Vicius para erigirse como una de las figuras centrales del rock de la década de los setenta, a Kurt Cobain le alcanzo con su espíritu genuino para lograr lo suyo en los noventa. Capaz de contagiar la sensación de que era un artista autentico en una década donde todo se estaba yendo al demonio, con Mtv y el resto de las corporaciones devorando todo, terminando con el rock.

2005, el Estadio Obras ahora se llama Estadio “Pepsi Music”, y en vez de tener “Rock hasta que se ponga el sol”, tenemos “Personal Fest” (¡La concha de su madre! Ni siquiera vendían una lata de cerveza.). La pesadilla que anunciaba Naomi Klein en “No Logo” parece alcanzar su perfección. En este contexto, Van Sant llega con "Last Days". Eludiendo mostrar el desborde de giras, peleas entre miembros de la banda, sobredosis y demás lugares comunes de las películas rockxplotation que tanto pueden agradar a los grandes estudios, y acercándonos una obra única e intimista que busca conectarnos, a partir de sus imágenes, con el autentico Cobain.

Su tratamiento de tema y forma es muy cercano al de "Elephant", tal vez por que ambas películas tratan de las dos tragedias más significativas e inexplicables de la cultura joven norteamericana de los últimos años. Acá no tenemos búsqueda de quienes ni porques, sino a un artista contemplativo que mira absorto, de cerca y de distintos angulos, lo que el mundo todavía no puede entender. En un plano de casi cinco minutos tenemos a Blake –el pseudo Cobain- calentándose en el medio de la nada ante un fuego improvisado, en otro al mismo meando ante un paisaje imponente y en otro en una zapada capaz de poner la piel de gallina al espectador. Imágenes hipnóticas que tienen la primera meta de darnos al artista en momentos genuinos, lo mismo que Kurt Cobain buscaba con cada una de sus canciones.

Con grandes aciertos, como tener a Kim Gordon (Bajista de "Sonic Youth", una de las madres musicales de Nirvana) dando consejos maternales y también con algunos defectos, como las gratuitas escenas homosexuales entre dos de los personajes cercanos a Blake, con las que Van Sant parece querer confirmarnos que es un tipo jugado. "Last Days" peca de ser un seguimiento del Cobain perturbado, ascético y escapista, de los momentos culmines y en esa exposición de sus afectaciones puede llegar a aburrir (Hay que decir que tanto balbuceo rompe por momentos las pelotas) pero más allá de eso, es ante todo, una película fiel al espíritu de uno de los artistas más grandes de lo últimos tiempos.

Recordar a Cobain, hace pensar que vamos hacia el 2006 y todavíano no tuvimos a un rockero de su talla, y lo más triste es que “Coldplay” es lo único que parece acercarse al podio de los 2000. ¡Mierda! ¿Qué esta pasando? Seguramente seguirán apareciendo verdaderos músicos de rock, y con ellos verdaderos cineastas como Van Sant, para acompañarlos.