Manderlay

En la entrega anterior de EL ODIANTE nos dedicamos al indio Shyamalan, un director petulante, vanidoso... creidísimo; adjetivos que para nada desentonan en el responsable de la película a continuación.

Manderlay (Manderlay – Dinamarca / Suecia / Holanda / Francia / Alemania / Reino Unido – 2005 – Lars Von Trier)

Hay algo que hay que reconocerle a esta película y son las ideas que posee su guión, que no solo le sirven a Von Trier para hablar de la esclavitud y el racismo en EU, sino que además lo convierten en un interesante ensayo sobre las relaciones de poder y la naturaleza humana en si. Cuento un poquito: Grace (el personaje interpretado otrora por Nicole Kidman) llega al pueblito del titulo y se entera de que en este todavía existe la esclavitud, luego de ser abolida setenta años atrás. Con ayuda de su papi mafioso y su horda de matones, Grace –ahora interpretada por otra ayudada por papito: Bryce Dallas Howard, hija de Ron Howard- libera a los esclavos, pero... resulta que los negritos a lo largo del relato quieren seguir siendo sometidos. Hasta acá bien, el gran, grandísimo problema es la manera en que se propone Von Trier filmar sus ideas, o mejor todavía, el ideal que tiene sobre el cine como arte. Devuelta el tedio insoportable de la obra de teatro filmada, peor que eso, en el teatro el espectador se puede proyectar sobre los actores. Acá las actuaciones están fragmentadas por un montaje de mierda que no permite ni la más mínima empatia o catarsis del público y la voz en off propuesta por este semi Dios danés se empeña en subrayar cada emoción de los personajes. Y así como poco importan los actores y sus labores (Cómo carajo se prestan Lauren Bacall, Williem Dafoe y John Hurt, no lo se), tampoco importa la puesta en escena, ya que devuelta en una repetida y supuesta “provocación estética” se anula el escenario y se lo cambia por el infinito negro y las marcas en el piso. En definitiva, poco importa la imagen, lo único que importa parece ser el discursillo grandilocuente y omnipresente del tipo, ahora obsesionado con Estados Unidos, tema que en vez de parecer de un genuino interés parece otra maniobra apuntada a llamar la atención de forma mas masiva. Como obra literaria o como obra teatral, puede estar bien, pero como obra cinematográfica esto es una garcha. El ambiente en que transcurre la película fácilmente recuerda al de Días de Gloria de Terence Malick, como en aquella hay campo con agricultores explotados, terratenientes agazapados en una mansión panóptica y hasta hay en Manderlay una tormenta de arena pronta al desenlace que bien podría ser una transiguración de la invasión de langostas de la otra. La diferencia es que lo de Malick es cine al 100%, puro amor por este arte, una búsqueda apasionada y genuina dentro del universo de las imágenes. Lo de Von Trier es algo contrario, el cine para él es solo un instrumento para hacer ruido y promocionarse como supuesto artista provocador y relevante. Una verdadera farsa. Calificación: 2

1 comment:

Martín said...

A mí "Dogville" me encantó, la considero mi película favorita. Por eso, "Manderlay" me dejó bastante decepcionado. No es que sea mala, pero cambiar a la actriz protagónica y encima poner a actores que en la otra película interpretaban a unos personajes y en ésta a otros totalmente distintos (Bacall, Sevigny, etc.) es una falta de respeto. La trama tiene algunas cosas buenas, pero no está a la altura de la original.