Rudo y Cursi

Fui al cine con mi hermana. Eligió ella.

Rudo y Cursi (EU, México – 2008 – Carlos Cuaron)

El fútbol es un deporte difícil de representar. Alguna vez leí por ahí algo muy interesante, que a diferencia del béisbol, el básquet o algunos de los deportes comúnmente llevados a la pantalla por Hollywood, el fútbol carece de los tiempos muertos necesarios para hacer avanzar un relato por fuera y por dentro de la cancha: una vez que la pelota rueda, no hay tiempo para dialogo ni conflicto dramático; todo es pura acción, pura confusión. Algo que como consecuencia lo hace un poco anticinematográfico. Pero lo cierto es que para agrupar a veintidós jugadores capaces en un campo de juego y a una multitud que los circunde, es necesario contar con aptitudes actorales, técnicas y presupuestarias bastante elevadas. Recuerdo escasas buenas películas sobre fútbol, Escape a la Victoria de John Houston (con Stallone atajando un penal), Shaolin Soccer de Stephen Chow; no mucho más.

Ahí radica el gran problema de Rudo y Cursi, en sus dificultades para poner en escena al deporte. Nunca, o casi nunca (salvando las escenas de los penales y algún q otro momentito), se ve a Gael o a Diego Luna jugar al fútbol: lo hacen fuera de campo o a través de alguna imagen televisiva media confusa, lo que es muy decepcionante. Y no por que esto ocurra por decisiones estilísticas o narrativas, sino simplemente por pura incapacidad. Así es que tenemos una película “de personajes”, con personajes incompletos, a los que se les corta las piernas. Tanto Gaelcito como Luna deberían haber pasado menos tiempo en bares de Palermo y fiestas de MTV y un poco más ensuciando sus patas en algún potrero.

Pero otro aspecto que falla en estos personajes, más allá de si los dos actores que lo representan tienen química o no (algo que en definita poco me importa), es el simbólico. Si uno pretende hacer una lectura se encontrará con que Rudo, Cursi y su manager Batuta (personificado por Francella) no son más que los estereotipos del explotado y el chanta de una latinoamérica en la que la bajeza, la corrupción y el delito triunfan en todos los estratos. Cuaron no solo acepta esto, sino que ni siquiera lo cuestiona, más bien lo da por sentado: de México a Argentina somos un país de timberos, merqueros, putañeros, estafados y estafadores, a los que no nos queda otra más que bajar la cabeza y seguir el juego, parece decirnos. Alguna criticas que leí por ahí señalan como una característica positiva el hecho de que la película simplemente muestra como el negocio del fútbol de México se parece al de otros países, tal como el nuestro. Yo digo: ¡que novedad!

Igual no son todos palos, y esto lo aclaro por si mi hermanita da con esta nota (¡Vir, de verdad, igual la pase muy bien!). La película entretiene, con buenos momentos y un humor a veces logrado. Tal vez lo mejor -tengo que admitirlo- sea Francella, quién demuestra que cuando lo sacan de productos televisivos o la fábrica de soretes de Rodolfo Ledo y lo meten a laburar en algo más profesional, puede ser un buen actor de cine. Rudo y Cursi es como una pelota toda remendada (con esos parches que son la constante voz en off de Batuta y la decisión de no mostrar jugando al fútbol a sus personajes) que rueda, permite jugar y divertirse, pero que no deja de ser bastante fea. Calificación: 4

Asterix en los Juegos Olímpicos

Ni para comprar en VCD en La Salada cuando te falta un último título para completar el 4 X 10.

Asterix en los Juegos Olímpicos (Asterix aux jeux olympiques – Francia, Alemania, España, Italia, Bélgica – 2008 – Frédéric Forestier, Thomas Langmann)

Siempre solemos despotricar contra lo peor del cine comercial norteamericano -tal vez por nuestra necesidad de combatir su insistente imperialismo cultural- y tolerar un poco más el flojo cine comercial europeo -tal vez por sentirnos más hijos de su cultura-, pero lo quiero gritar: ¡el cine comercial francés que está llegando acá últimamente es una mieeeeeeeerda! Esta nueva de Asterix no es más que un cúmulo de chistes tan vencidos como los pollos de Mazolin, en la cual nunca interesa ni lo más mínimo su historia, sus personajes, ni nada de nada. Dirigida por dos mogólicos que se compraron la maquinita de hacer efectos especiales que Stephen Chow y Javier Fresser ya tienen hace rato. Solo me resta decir que lo de Alain Delon da mucha pena. Calificación: 1

Las diez películas del 2008

El 2008 confirmó la tendencia: cada vez menos sala de cine y cada vez mas copia trucha. Con entradas a 20$, salas q cerraron (o amagaron con hacerlo) y una cartelera apestosa. Prueba de esto último es la desnutrida oferta con la que contó el mes de Diciembre, con Jueves en el que apenas se estrenó algún gift navideño y no más que otra de animación infantil. Mientras el DVD -y su complemento: la internet- sigue proponiendo lo más actual y mejor del cine de todo el mundo.

Esto trajo aparejado algunos fenómenos, unos alarmantes, otros favorables. Entre los primeros tengo que destacar la muerte del videoclubista. Ya se acabó ese empleado con oficio y conocimiento dispuesto a recomendarle a uno una buena película o charlar sobre un nuevo director. Ahora tenemos al "mantero", una especie que se desconcierta cuando uno le pide la última de Spielberg y lo único que conoce es el puesto de la Salada al que tiene recurrir para dotarse de lo que se estrena el próximo Jueves en el cine. Entre los otros, los fenómenos favorables, fue importantísimo el crecimiento de los cineclubs, que se pudo dar gracias a que los proyectores se pusieron a buen precio e inundaron el mercado. Los cineclubs dieron alternativas más interesantes que la cartelera del Village o el catalogo de DVDs ampliados que 791 Cine proyectó en los Arteplex y cobró como filmico.

Este 2008, en lo particular, pude colaborar en dos lugares relacionados con la critica; uno es el sitio Cineismo, en el cual su director me trató muy bien; y otra es la Revista Cinemania, que hace dos meses dejó de existir. Esto último me pareció una cagada, no solo porque también me trataron bien –lo que no es poco pedir en este medio- y pagaron correctamente, sino por que indica que hay un cierto público de cine que se está perdiendo. Aclaro que yo no era lector de Cinemania, ni tampoco me parecía una publicación muy respetable, pero representaba a ese espectador medio que puede ser cualquier hijo de vecino, interesado en leer un poco sobre cine aunque esto venga acompañado de fotos de 20 x 20 de George Clooney o Nicole Kidman. Ahora todo parece polarizado entre el tipo que le chupa un huevo todo lo que se escribe y el cinéfilo-culto-intelectual de El Amante, el freak de La Cosa o el productor-realizador al que apunta Haciendo Cine.

Pasemos a las películas. A continuación hay una decena de ellas, puestas en orden alfabético, que no pretendo proclamarlas como las mejores, sino como lo que más me gustaron de lo que vi en el año. Tal como propone la mayoría de las publicaciones, están elegidas dentro de lo que se estrenó en cine durante el 2008; y entre ellas hay muchas que quedaron bastante atrás en mi memoria como para asociarlas con este año (caso Promesas del Este o Planet Terror) y otras que no llegue a ver (caso Historias Extraordinarias) y sospecho que podrían estar tranquilamente entre estas. De las joyitas que vi en DVD (como la sueca Let the right one in) prefiero no contar.

Las diez de EL ODIANTE

Batman: El Caballero Oscuro (Christopher Nolan)
Y sí... finalmente la puse. Como película de superhéroes es lo mejor que se hizo desde El Hombre Araña 2 (hay que atender a las segundas partes muchachos) y además es un policial de la ostia: adulto, complejo, político. ¿Que más se puede pedir? Ah, viene con el villano del año. Aunque aclaro: no considero que sea para tanto como para desbarrancar a El Padrino de su imbatible Nº 1 en imdb.

Expiación, deseo y pecado (Joe Wright)
Para muchos, tal vez lo que pueda despertar Atonement (me gusta más el título original) se trate solo de puros placeres superficiales. Pero... ¡cuanta belleza que irradia y que bellamente filma Wright! Sea cual sea los textos con los que decide meterse, o una novela archiconocida o una menor como esta de Ian McEwan. A mi con eso me alcanzó para disfrutarla como a pocas. Además, Keryra Knightley está para enamorarse.

La nube errante (Tsai Ming-liang)
No quería elegir películas cuyo estreno se dio en DVD, pero bueno... acá está. ¿Cómo negarla? ¿Cómo negar ese baile alrededor de la poronga gigante? ¿Cómo negar ese Lee Kang-sheng disfrazado de lagarto y arrastrado por un estanque? ¿Cómo negar ese final, digno de que salgan fuegos artificiales de atrás de la pantalla? ¡Si! ¡Que lindo sería el cine si se estrenaran más seguido estas demencias asiáticas!

Los Paranoicos (Gabriel Medina)
Tal como lo fue (o pretendió ser) El fondo del mar de Damián Szifron, la de Medina es una película de síntesis, entre eso que algunos dieron por llamar Nuevo Cine Argentino, el cine de autor y un cine popular o de género. Se trata de un historia cotidiana, como la que puede vivr cualquiera, narrada con una precisión y un clasicismo sobresalientes, con momentos de western y personajes inolvidables. Como muchos, me identifique enormemente con el personaje de Hendler. No digo que cuando estoy solo hago los pasitos que hace él pero... hago taradeces peores.

Petróleo Sangriento (Paul Thomas Anderson)
Una película sobre la historia de Estados Unidos del Siglo XX contada a partir de la explotación petróleo, pero también la amarga historia de la soledad de un hombre (tema que se repite en la filmografía de Anderson). Todo contado con la destreza y la maestría que este discípulo de los Scorsese y Coppola de antaño puede ofrecer. Eso sí, demuestra que actores de la grandilocuencia de Daniel Day-Lewis solo pueden trabajar con directores de su talla.

Shara (Naomi Kawase)
Sin ser un relato de iniciación, por lo menos para mi Shara no deja de serlo; por que cuando la vi fue como encontrame con el mundo, a través de una pantalla de cine, como si fuese la primera vez. Una experiencia religiosa, epifánica. La cámara con la que filma Kawase parece ser los ojos de un ángel que cayó a la tierra para enseñarnos el mundo de los mortales por un ratito. De paso nos regala una de las escenas musicales más bellas que recuerde haber visto.

Shine a Light (Martín Scorsese)
Por esas cosas de la vida nunca fui a ver a los Stones, pero sospecho que en vivo no me hubiesen impactado tanto como sí lo hacen en la película de Scorsese. Por que acá se los ve cerquita, nítidos, perfectos y uno toma total conciencia que lo de Jagger, Richards y cía. es una hazaña absoluta, digna de llevarse todos los lauros. Tanto ver musicales en DVD me habían hecho olvidar que un recital se podía vivir frente a una pantalla de cine de esta manera. Lamentablemente, e inexplicablemente, fue el fracaso comercial del año.

El Tren de las 3:10 a Yuma (James Mangold)
Sí, tiene algunos problemitas, sobre todo en su resolución, pero no importa; fue una de esas películas que empecé a ver esperando nada y terminó por partirme el alma. Además me sirvió, ya que la vi en contraposición con Sin lugar para los débiles, para darme cuenta cual es el cine que me apasiona... el de héroes y seres humanos poseedores de valores por los que todavía vale la pena luchar, aquellos que piensan y creen en la posibilidad de un mundo mejor. Nada de lo que se puede encontrar en las películas de los Coen.

La Última Estación (Pino Solanas)
La única película nacional que vi en cine este año y la gente aplaudió al momento de correr los títulos. Lo que habla de un cine valioso para el pueblo argentino, no como el de muchos otros autores/as vernáculos que solo parecen resultar valiosos para una minoría critica o festivalera. La de Pino es una película importante por que comunica, discute y da pelea sobre un tema que nos toca sufrir cotidianamente, sin descuidar nunca todo potencial cinematográfico. Estoy convencido de que con más documentalistas como Solanas no solo tendríamos un cine mejor, sino también un país mejor. Además, como anunció alguno de los Fernández, se mandó la campaña publicitaria más cara y original del mundo: ¡mandar a quemar trenes de millones de dólares!

Wall-e (Andrew Stanton)
Ya lo dije, para mi este robotito chatarrero está vivo en algún lugar del universo; bueno... por lo menos tiene mucha más vida que mucha gente que conozco. Es que los de Pixar siguen haciendo de la animación un arte, nunca meros pasatiempos o excusas para vender cajitas felices. En Wall-e conjugan una historia emocionante y llena de vida con la distopia y la critica social, logrando que el pibe la pase bien y el papá salga debatiendo con la mamá el estado en que se encuentra el mundo. Un logro. Ahora lo único malo que me dejó, es que cada vez que veo una cucaracha pienso en la posibilidad de convertirla en mi mascota.