Código de Familia

Pride and Glory
Dirección: Gavin O´Connor
País: Alemania, Estados Unidos
Año: 2008
Calificación: 5

Brooklyn parece que huele a historias de cobani: es jurisdicción de policiales, con sus callejones repletos de basura, sus alcantarillas humeantes y esos pandilleros rondando esos celebres puentes ferroviarios bajo los cuales puede pasar de todo. Grandes policiales transcurren allí: Contacto en Francia, Tarde de perros, Buenos muchachos, Los dueños de la noche (estrenado el año pasado y con varios elementos en común con la película sobre la cual hoy escribo, inclusive su fotografía azulada) y unos cuantos más. Pero Código de Familia está lejos de ser un gran película en su género ¿Por qué? Porque se trata de una de "actuaciones", con mucho primer plano de Colin Farrel llorisqueando y otros tanto de Edward Norton poniendo cara de gil; y no una que resalte por su puesta en escena. Y ya se sabe, el cine es el arte de la puesta en escena; para ver solo el trabajo de actores nos vamos al Broadway y no a Brooklyn. La hago fácil, es un policial que no tiene ni siquiera un tiroteo o una persecución bien filmada. Gran pecado. Apenas puedo comentar dos escenas destacables: una de una ejecución frente a una ventana (aunque media confusa esta) y otra en la que Farrel amenaza con quemar la cara de un bebito con una plancha (aunque se trata de una acción un poquito exagerada para este personaje). Después, hay más de un momento que da vergüenza ajena, como ese en que Jon Voight hace su discursillo en un almuerzo familiar. Faltan acá persecuciones como la de Contacto en Francia, tiroteos como los de Carlitos Way. Claro que para eso hace falta un Friedkin, un De Palma.

Terminator: La Salvación

Terminator: Salvation
Dirección: McG.
País: Alemania, EU, Reino Unido.
Año: 2009.
Calificación: 4

Un día, allá por inicios de la miserable década de los noventa, mi viejo me pudo dar 10$ pesos (o sea, 10 dólares) para que vaya al cine con mis compañeros de colegio. Fue nuestra primer salida al cine sin la compañía de un adulto, ninguno tenía más de trece años, y fuimos a ver una anunciada Terminator 2. Sacamos entradas para un cine de Belgrano -que todavía está en pie, aunque sin el brillo de entonces- y un poco más de dos horas después salimos de la sala absolutamente trastornados. La explosión atómica, el T-1000 de metal liquido, Arnold sacrificándose por nosotros; todo resultó una de las experiencias cinematográficas más grandes que tuve en mi vida. Recuerdo, más tarde, que esperé meses y meses para su salida en video, mientras moría de ganas de verla aunque sea una vez más. (No eran tiempos de Utorrent, bsplayer ni subdivx). Y todavía hoy, con mis treinta años, tengo la misma pesadilla en que soy perseguido por un androide que quiere eliminarme. Claro que, con John Connor, apenas comparto el nombre de pila.

Todo este relato sobre mi experiencia personal viene a colación del cómo trabajan las grandes majors de Hollywood hoy en día: aprovechan aquello que está en lo más profundo y grato de nuestros recuerdos y en base a eso hacen lo mejor que saben hacer, ganancias. No es que Terminator 4 sea del todo mala, es técnicamente muy lograda, tiene varias escenas de acción bien armadas y funciona bien como entretenimiento; el problema es que le falta alma, por que se trata de cine hecho con calculadora. A pesar de tanta hojalata, las películas de James Cameron (quién comparte siglas con John Connor) cuidan a sus humanos, tienen carnadura, están llenas de sentimiento. Hasta la tercera parte es una digna acompañante con ese Arnold más preocupado en hacer proselitismo que en hacer cine. En cambio, esta cuarta entrega, es una más del montón, que si no cuenta con la marca de la franquicia “Terminator” no la ven boludos como quién les escribe, ni nadie. Ni siquiera es la película de Connor -personaje interesantísimo dado su carácter mesiánico- que era lo que tenía que ser. Cine artificial, desabrido, descartable. Para la macdonalización de las imágenes, nada mejor que un McG. ¡Aguante los JC!