Corresponsales del peligro

Habrá desabastecimiento de carne, verdura y granos, pero no de EL ODIANTE.

Corresponsales del peligro (The hunting party – EU / Croacia / Bosnia – 2007 – Richard Shepard)

Corresponsales del peligro parte de una pregunta, un poco ingenua, que muchos alguna vez nos hicimos: ¿por qué no ir y acabar directamente con los Saddam Husseim o los Bin Laden del mundo si tanto mal le hacen a la humanidad? Total, nos dice, como también nos hemos dicho a nosotros mismos en más de una ocasión: a EU y a los países de bien les sobra inteligencia y capacidad militar como para hacerlo. La película indaga en este planteo, como también en otros temas importantes: la guerra, el deber del periodismo, el fino limite entre ficción y realidad, etc; y lo hace con frescura, con humor, con agilidad. Con una fotografía colorida y una puesta en escena que coquetea con lo videoclipero y lo publicitario; un poco a la manera de la reciente El Señor de la guerra, aunque sin el cinismo y el exceso de canchereo de aquella. Hasta acá todo bien, el problema es que con el correr de su relato cae en el más puro convencionalismo, tanto como para resolver situaciones como para justificar a sus personajes; lo que la va tornando cada vez más liviana hasta lograrla aburrida e intrascendente. Que el personaje de Richard Gere busque al tiránico de turno y se enfrente a las grandes cadenas de noticias, no por ideales, sino por que le mataron a su jermu (lo que es caer en el lugar más común del melodrama), pega para atrás. Y hay tantos momentos de esos que uno dice “esto ya lo vi en otro lado y no me puedo acordar donde” (ejemplo: cuando el pendejo hace zafar a los dos protagonistas haciéndolos pasar por miembros de la CIA o cuando el personaje de Gere reconoce a un viejo amigo segundos antes de que lo ejecuten) que la convierten en una pavada más, superficial y carente de riesgo. Pavada simpática, entretenida, de esas que amagan en algunos momentos con convertirse en algo interesante, pero pavada al fin. Calificación: 4

Viaje a Darjeeling

Vi hace unos días Petroleo Sangriento en el cine, lo que recomiendo que hagan todos aquellos que no lo hicieron todavía. Ya que tanto Paul Thomas Anderson director, como Daniel Day Lewis actor, son personas cuyo trabajo es de una grandilocuencia tal que solo puede ser bien apreciada en pantalla gigante. Terminada la proyección, estuve como dos horas hablando y gesticulando como el petrolero Daniel Plainview, y la película me dejó tan anonadado que no se que escribir, mas que un: ¡me encanto! Así que por ahora va la del otro Anderson amigos.

Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited – EU – 2007 – Wes Anderson)

En su quinta película Anderson cambia de escenario viajando a la India, pero sin embargo, vuelve a repetirse. Desde lo temático: otra vez una familia disfuncional, otra vez conflictos entre hermanos, otra vez un padre ausente. Desde lo formal: fotografía colorida, ralentis, y la cámara puesta como siempre la supo poner. Hasta hay repetición en algunos detalles, como la presencia de un juego de maletines en escala. ¿Esto esta mal? No, para nada. Ser un autor como lo es él implica constancias tanto en un nivel como en otros. Lo que no deja de convencer del todo es que su última película nunca llega a tener eso que tanto han sabido tener sus trabajos anteriores incluso hasta Vida Acuatica. Eso que los hacían únicos, enormes: la emotividad. Y es porque en Viaje a Darjeeling los personajes nunca llegan a ser tan entrañables como los de Tres son multitud (Rushmore). O por que la elección del cancionero popular por parte del director tiene aciertos, pero no hay de esos temitas que erizan la piel como lo hacían Needle in the Hay de Elliot Smith o Hey Jude de The Beatles en Los Excéntricos Tenembaum. O por que las cámaras lentas están ahí pero nunca tienen el relieve que tenían, por ejemplo, en la escena final de Bottle Rocket con el personaje de Owen Wilson perdiéndose entre las rejas de una prisión. La película quiere, apunta al corazón, lo busca de a ratos; pero todo efecto que intenta conseguir en el espectador parece forzado, como que nunca surge naturalmente o de la mejor manera. Un buen ejemplo de esto es el modo abrupto en que sucede en pantalla el accidente que sufren los tres chicos indios en el rio a mitad del metraje. O el dialogo impostado que intercambia el personaje de Jasón Schwartzman a traves de una ventanilla con la camarera del tren, en el cual le dice cosas como: “Gracias por utilizarme”. Hay momentos placenteros en Viaje a Darjeeling, hay mucha belleza para los ojos (el diseño de producción, como siempre en el cine de Anderson, cuidadísimo hasta en el detalle más insignificante) y también hay, sigue habiendo, un autor querible. Aunque acá, no en su mejor forma. Calificación: 6

Nota: La edición en DVD Zona 1 viene con un cortito titulado Hotel Chevalier que sirve como prefacio a la película. No agrega mucho, pero es lindo de ver. Entre otras cosas esta Natalie Portman con la bombachita baja.

Rambo: Regreso al infierno

Siempre opine que el mejor lugar para ver una película es una sala de cine. Aunque hay muchas que si me dan a elegir prefiero el living de casa, cerquita de unas birras bien frias. Como con la que viene a continuación, que hasta tiene duración de telefilme: escasos ochenta minutos, y eso contando los títulos.

Rambo: Regreso al infierno (Rambo – EU / Alemania – 2008 – Silvestre Stallone)

El Sábado fui a un asado de amigos, y allí, alguien deslizó el comentario de que la película en cuestión es uno de esos extraños casos donde la ficción supera a la parodia. Es decir, a sus propias parodias. Algo bastante cierto: el rostro deformado de Stallone parece una mala caricatura de si mismo, hay tanta cantidad de carne picada y achura que recuerda a cualquier delirio gore de Peter Jackson, y tiene momentos tan de comedia involuntaria, que si uno se toma un par de tragos, se puede reír más que con cualquier momento de Hot Shots 2 o de Rambito y Rambón. Pero en realidad, terminada la película, uno se da cuenta que todo esto no es nada gracioso, sino más bien un poco triste. Ya que Stallone había tenido el epilogo perfecto para su carrera con Rocky Balboa, con la que se había amigado con el público y la pantalla, y con la que se había reivindicado tanto como personaje y como actor. Ahora quedó empantanado otra vez en la mierda, con una película carente de ideas, carente de carisma, y por sobre todo, absolutamente innecesaria. Calificación: 2

Sin lugar para los débiles

Los premios Oscar son cualquiera. Sí, lo se, no es nada peregrino señalarlo. Como premiación tiene cada vez menos prestigio, y como evento, cada vez menos emoción. ¿Cómo es que para la última edición nominan a Cassey Affleck como actor de reparto cuando su personaje en El Asesinato de Jesse James tiene más protagonismo que cualquier otro? ¿Cómo es que culminan el obituario con Heather Ledger sin decicarle antes unos minimos segundos a Brad Renfro: también joven, también prometedor, muerto casi al mismo tiempo y casi en las mismas circunstancias? (¡Que hijos de puta!) Cualquiera, sí, ninguna novedad. Lo que me preocupa es que hay actitudes en la premiación de los Oscars que se repiten casi de la misma manera en el público y hasta en la cinefilia actual. Hace pocos días pude ver Desaparecio una noche, debut tras las cámaras de Ben Affleck y una gran película, que para ser una adaptación de Dennis Lehane funciona bastante mejor que Rió Místico de Clint Eastwood. Cuando comenté a amigos y conocidos, cinéfilos y no tanto, lo mucho que me había gustado la película, varios me salieron con algo parecido a esto: “¡Naahhh, Ben Affleck, estas cada vez más enfermo Juan!”. Y los mismos que me dijeron esto son los que le prestaron buena atención a Rió Místico al momento de su estreno. Esa misma diferencia en la recepción de ambas películas se percibió en los Oscar. ¿Cuantas nominaciones recibió Desapareció una noche? Una, y apenas. ¿Cuántas Rió Místico en su oportunidad? Unas cuantas. Claro, una la hizo un tipo consagrado como Eastwood, la otra el boludo de Pearl Harbor. A lo que quiero llegar con esto, es que mucho de eso que es tan obvio y siempre se le critica a los Oscars, a veces se trata de lo mismo que practicamos nosotros como espectadores: la pereza, el preconcepto, el juicio mecánico e irreflexivo, la falta de riesgo.

La de Ben Affleck también me gusto mucho más que la que viene a continuación, otra de Oscars y tipos consagrados.

Sin lugar para los débiles (No Country for Old Men – EU – 2007 – Ethan Coen y Joel Coen)

No quiero hablar de errores de guión, sino, a que simplemente hay cosas en la película que no las creí. No creí nunca que el personaje de Josh Brolin después dejar a un mexicano herido a la espera de que se lo morfen los lobos le pueda agarrar remordimiento como para llevarle agua en el medio de la madrugada. Ni que siendo tan experimentado le costará tanto tiempo darse cuenta que el maletín lleno de dinero tuviera un rastreador. Tampoco le creí al personaje de Bardem. Tenía un profesor de guión que en relación a J.R. –el malo de la serie Dallas- nos dijo alguna vez que los mejores villanos son los que tienen alguna debilidad, los que muestran la hilacha, los más humanos, los más imperfectos; por ser más cercanos y más posibles. Antón Chigurh, el asesino que encarna Bardem (quién creo que tiene acá una muy buena actuación, pero no así un buen personaje) es siempre el mismo: monocorde, unidimensional, robotico. Genera mucha tensión en la pantalla en un principio, luego aburre. Le hubiese creído, sí, si en algún momento de la película le pegaran un tiro y revelase un endoesqueleto metálico alla Schwarzenegger, ya que nunca parece un ser humano, y de serlo, es uno bastante tarado y absurdo. Y Sin lugar para los débiles es un poco eso, vamos a ser sinceros, una reversión de Terminator, aunque con otras pretensiones artísticas. La diferencia es que a James Cameron le alcanzaba con hacer simplemente una película de género, pero a los Hermanos Coen no, ellos tienen que aspirar a más. Por eso su película lo tiene a Tommy Lee Jones (acaso como la voz misma de los Coen) con sus declamaciones a cámara y en volumen bien alto sobre como han cambiado los hombres con el paso del tiempo. ¿Y? ¿Esto se articula bien con el resto del relato? ¿Se ve en la historia y en las acciones que describe la película ese contraste entre el hombre de ayer y el de hoy? ¿Se reflexiona sobre esto? Para mi, solo un palabrerio que tiende a elevar la película a una altura a la que no esta. Palabras vacías con la que los Coen tratan de salvar otra obra cínica y carente alma. Podría ahondar mucho en aspectos que no me gustaron de Sin lugar para los débiles, pero me quedo con la escena en que a Bardem lo chocan y le rompen el brazo. Ahí, los Coen eligen mostrárnoslo todo sangrante con un plano picado en el que este asesino hijo de mil puta parece un cachorrito herido, como si buscarán que nos duela y nos apenemos por él. Como si este personaje que acaba con tantas vidas humanas de la manera más fria y forra fuera lo que más importa en ese mundo inútil que plantean. Misantropía pura. Prefiero películas con lugar para débiles, para dignos, para valientes, para seres humanos, para tipos con los que me pueda emocionar de verdad. Prefiero trenes a Yuma, prefiero películas como la de los Affleck. Calificación: 3

El tren de las 3:10 a Yuma

Vi la gran ganadora del Oscar, la última de los Coen, y me gusto poco, poquito y nada. Para contrarrestar su cinismo, su misantropía y las pretensiones de sus directores, acá va una de género genuina, con héroes y personajes de corazón.

El tren de las 3:10 a Yuma (3:10 to Yuma – EU – 2007 – James Mangold)

Hace no mucho la Revista Ñ saco una nota dedicada a la posible resurrección del western. Resurrección anunciada a causa del reciente y amontonado estreno de películas como Perseguidos por el pasado, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, Propuesta de muerte o El tren de las 3:10 a Yuma. El responsable de la nota también colocaba a Sin lugar para los débiles como un western, algo con lo que no estoy de acuerdo por que esta no cuenta ni con los tópicos, los espacios, o los personajes que definen a este género. Otra cosa con la que no estoy de acuerdo, es esa misma posible resurrección que señalaba, ya que creo que no se trata más que de una simple coincidencia la que puso a varios estudios a producir películas del Lejano Oeste casi en paralelo. O ni siquiera eso, creo que la oleada de este grupito de westerns en los cines no es más que el efecto de que a estrellas como Brad Pitt, Russel Crowe o Pierce Brosman les halla pintado por calzarse las botas y un revolver en el cinturón. Ya que estoy convencido de que sino hubiese sido por la participación de estos tipos, estas películas muy probablemente hubiesen ido directo a video como pasó con la muy recomendable Propuesta de muerte, y por consiguiente, muy pocos les hubiesen prestado atención, o hablado de resurrección, revitalización, o lo que poronga sea que empiece con re. Ese western difícil, largo, enrarecido, pero a la vez interesantísimo, que es El asesinato de Jesse James, con total seguridad puedo afirmar que sino hubiese sido por la facha de Brad Pitt apenas aparecía pirateado en algún bolishopping.

De todas estas de cowboys nombradas, la única que rescata la tradición clásica del género es, justamente, El tren de las 3:10 a Yuma. Se podría decir que es una película de Fé. Fé en el western mismo y fé en la manera clásica de hacer cine. Lo que implica una creencia en que todavía se pueden hacer buenas películas sin tener que caer en guiones dependientes de vueltas de tuerca, desenlaces místicos que den significancia a su relato (como pasa en la ya citada Perseguidos por el pasado), o discursos en boca de los personajes que pretendan elevar la historia a una dimensión forzadamente trascendental (como pasa con las invocaciones con las que el personaje de Tommy Lee Jones abre y cierra Sin lugar para los débiles). Respetando, por otro lado, todo lo que caracteriza a un western arquetípico. Como son sus temas recurrentes: los lazos padre-hijo, la camaradería masculina, la guerra de secesión. Sus espacios: los saloons, las estaciones de tren, los ranchos poblando la aridez del paisaje. O sus personajes: el villano con más corazón que odio, o el héroe solitario como encarnación de los valores a predicar por la película. Por que una buena escena de asalto a una carreta transportadora de caudales, sigue siendo una buena escena de asalto a una carreta transportadora de caudales, por más que se hallan filmado cientas y cientas en la historia del cine. De la misma manera que una buena línea de dialogo nunca deja de ser una buena línea de dialogo. Y en la película abundan, como esa en que el personaje de Russell Crowe le dice al de Peter Fonda antes de acabar con él: “Hasta los hombres malos aman a sus madres”. De fé se trata. Por eso Christian Bale esta más medido que nunca, Crowe simplemente se vale de toda su presencia cinematográfica, y James Mangold presta un trabajo de cámara nunca por arriba de la historia o de sus personajes. Pero en el mundo del cine actual hay pocos hombres con esta fé, esta fé en el western y en la vigencia que puede tener este género en su corte más clásico. Es así como esta película se presenta solitaria, en un paisaje bien árido que le impide encontrar pares. Tanto, como se presenta el ranchero Dan Evans hacia el final de la película, con su nobleza, su heroísmo, y su fé en las posibilidades de un mundo mejor. Calificación: 8