BAFICI: Tony Manero

Dirección: Pablo Larraín
País: Chile, Brazil
Año: 2008
Calificación: 9

Menos un thriller sobre un asesino serial que una película sobre la perdida de identidad sufrida por Chile y la posición asumida por gran parte de su sociedad durante la dictadura Pinochetista. O sea, cine político; pero a los tiempos que corren (como Il Divo, de la cual ya escribiré), con música disco y rock and roll. Una suerte de nueva El Chacal de Nahueltoro, recargada y actualizada. Tony Manero es un tal Raúl Peralta que cree ser Tony Manero (aquel icónico personaje de Travolta en Fiebre de Sábado por la noche), un bailarín dedicado al “espectáculo” –según sus propias palabras- que actúa en un teatrito de cuarta de barrio y está obsesionado con parecerse a su ídolo gringo (de ojos azules, dato importantísimo) y primermundista. Convencido y amoral, es capaz de todo por conseguirlo.

Pablo Larraín nos coloca tras los hombros de este monstruo (con un trabajo de cámara y una carencia de música incidental que recuerda al cine de los hermanos Dardenne) y nos hace acompañarlo bien de cerca en su intimidad para ser testigos de sus más atroces andanzas delictivas. Tal vez en algunas escenas peque de rozar cierto miserablismo (el modo en que registra los actos sexuales de sus protagonistas, las acciones ridículas a las que los somete), pero esto funciona en pos del discurso urticante que propone sobre la sociedad que decide recrear. Violenta, bruta, hasta inesperada; Tony Manero –film y personaje- ponen el dedo en la yaga tanto de Chile como de todo país del subdesarrollado dispuesto a cualquier mezquindad con tal de pertenecer a la fantasía primermundista aunque sea durante cinco minutos. Las consecuencias, nefastas. No hay en estos personajes ni la más mínima intención de despertarnos empatía, ni siquiera pena; sino todo lo contrario, nos chocan, nos repelen, nos asquean.

Sumada a La Nana, Tiempos Malos y la retrospectiva Perut-Osnovikoff, nuestro país lindante logró en este BAFICI tal vez su año de mejor representación. Como aclama el título de otra película trasandina reciente de otro Larraín (Ricardo), ¡Chile puede!

2 comments:

Matías Orta said...

Por lo visto, en Chile están haciendo un chine más interesante que el de acá.
Sigo esperando lo nuevo de campanella. Suerte que falta menos.

M

Matías Orta said...

Quise decir, Cine, no Chine.


M